Antonio Banderas interpreta a un agente de seguros de la empresa cibernética que ha creado los autómatas denominados "Pilgrim", por lo tanto, su trabajo consiste en determinar si alguno de estos robots puede haber perjudicado a los clientes que reclaman perjuicios.
En este contexto, descubrirá que, rompiendo "el segundo protocolo" establecido en el programa de los autómatas, éstos pueden haber desarrollado una capacidad propia para autorepararse o adquirir mayor conciencia de sí mismos.
Una media hora inicial plagada de excesivos diálogos y explicaciones, una leve trama de intriga y una historia demasiado alargada, sin ritmo y con mensaje, o visión futurista, final. Los humanos decididamente pueden haber perdido su situación de privilegio dentro de la escala evolutiva.
En el balance más positivo, imágenes en primer plano sobrecogedoras de los autómatas dejándose destruir antes que dañar al humano que le está amenazando, la anécdota de una Melanie Griffith —la ex de Antonio Banderas, en su última colaboración juntos en la gran pantalla—, con pocas escenas y casi irreconocible por sus numerosas operaciones de cirugía estética, y también poniendo voz a la androide con más protagonismo: Cleo, creada como máquina de placer.