Entre cineastas de la talla de Felipe Cazals y Luis Estrada, actrices como María Victoria, María Rojo y Blanca Guerra, entre otras personalidades, Estudios Churubusco celebró 70 años de vida con la presentación de la reedición del libro “Estudios Churubusco 1945-1985. La fábrica de sueños” y un concierto a cargo de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes (OCBA), informa Notimex.

En el acto, el director del complejo fílmico, Carlos García Agraz, sostuvo que Churubusco ha sido y seguirá siendo el corazón del cine nacional, toda vez que han sido más de tres mil cintas las que han hecho uso, aunque sea sólo una parte, de sus instalaciones.

Ante hacedores del cine nacional, funcionarios e invitados especiales, el también cineasta mencionó que el complejo cuenta con una invaluable herencia cultural, artística y de entretenimiento, por lo que en cualquier lugar del mundo se sabe de la importancia y calidad que representa.

Luego de ofrecer un resumen de la historia de Estudios Churubusco, el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, señaló que el instituto del que está al frente seguirá apoyando han complejo pues el valor que tiene no sólo a nivel nacional sino internacional es de gran relevancia.

Aunque sin abordar el tema, el funcionario mencionó que para el Conaculta es importante resolver todas aquellas situaciones que han quedado pendientes desde el 2012, como lo es el funcionamiento de un nuevo edificio del complejo, el cual está a la espera de efectuar los trabajos recomendados por la Secretaría de la Función Pública.

“Su gran importancia a nivel mundial nos anima a valorar plenamente su peso en la gran cadena cinematográfica que comprende lo que es una política de Estado, integrada por Imcine como promotor, Churubusco como la parte de la industria, Cineteca como la instancia de difusión y el CCC como centro de formación. Estamos muy orgullosos de estos 70 años siendo el corazón del cine”, expresó Tovar y de Teresa.

Tras la ceremonia, se hizo un breve recorrido por la exposición “Miradas”, en la que se apreció el proceso de elaboración de una película dentro de un estudio y con los aparatos que se utilizaban, así como una selección fotográfica con los protagonistas de un periodo que va de la década de los 40 a los 50.

Asimismo, la Orquesta de Cámara de Bellas Artes se sumó al festejo con un concierto en el que se interpretó la música de “Redes” y fragmentos de la obra de Revueltas, en la Sala Silvestre Revueltas, que tras su adecuación volverá a prestar sus servicios para la grabación de música.

Previo al coctel del festejo desfilaron por la alfombra personalidades de la industria cinematográfica como Jacqueline Andere y Ana Martín, quienes compartieron la emoción por ser parte de la historia fílmica del país, pero sobre todo por haber trabajado en estos estudios.

“Aunque inicié mi carrera en Televicentro mi primer película fue aquí hace 52 años con ´Por qué nací mujer´, dirigida por Rogelio A. González y protagonizada por Sara García, Andrés Soler, Prudencia Griffel y Pilar Pellicer”, comentó Martín.

Por su parte, María Rojo celebró el legado de estos Estudios, los cuales deberían ser Patrimonio Cultural de la Nación por su relevancia a nivel mundial. “Yo aquí hice mi primera película a los 12 años con Luis Aguilar “, recordó.

Además de los directores de festivales como el de Cine de Guadalajara y San Cristobal de las Casas, Iván Trujillo y Miguel Camacho, respectivamente, se sumó a la conmemoración la presidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), Blanca Guerra, quien destacó que este complejo haya sido por mucho tiempo un lugar de encuentro para todas las generaciones de directores, actores, productores, fotógrafos, etc.. “fue la catedral del cine”, anotó.

Entre anécdotas, Guerra compartió que fue en 1976, cuando aún era muy “chamaquita”, cuando pisó por primera vez estos Estudios, justo después de haber concluido sus estudios en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM, por lo que su llegada al cine se dio de manera imprevista y con la emoción de ocupar el camerino donde tiempo atrás habían estado las grandes estrellas de la época dorada del cine.