Asepsia académica

Por  Luz del Carmen Montes Pacheco | Publicado el 29-10-2014

Cuando escribo artículos cortos como este, pienso en temas educativos que se prestan a la reflexión, mía y de los posibles lectores. Normalmente abordo aspectos relacionados con estrategias docentes o con problemas que enfrentamos los profesores en nuestra práctica cotidiana. Escribo sobre ellos porque son temas que surgen en mi práctica o en la práctica de mis compañeros y son los que me ocupan y preocupan cotidianamente.

Continuamente reviso mi práctica y pienso en la manera de mejorarla, o pienso en aspectos que pueden orientarme para proponer un curso o un taller para la mejora de la práctica docente, pues mi principal función, en la Ibero Puebla, es coordinar el programa de Formación de Profesores.

Con mis estudiantes, me esfuerzo porque logren aprendizajes auténticos relacionados con su profesión, atiendo la manera en la que hablan y escriben, retroalimento rigurosamente sus trabajos con la idea de que los mejoren; incluso a veces abordamos temas relacionados con los aspectos éticos de la profesión aprovechando sus inquietudes y los escenarios en los que hacen sus investigaciones. 

Hasta ahí no hay confusión, es lo que normalmente se espera de un académico. Pero en los últimos días, mis alumnos y otros jóvenes, me han manifestado preocupación y desesperanza por lo que está pasando en México.

He escuchado expresiones como: Si sigo viviendo en México, no tendré hijos; extraño México, pero cuando leo las noticias como las de Ayotzinapa, no quiero regresar, buscaré vivir en el extranjero; el colmo, una de mis estudiantes cuyos padres viven en el extranjero, me ha dicho a partir del suceso de Ayotzinapa, elegí quedarme aquí a estudiar porque quiero a mi país, pero ahora no sé qué pensar.

Y ante esas expresiones, no he podido más que responder lo entiendo, sé de otros jóvenes que están como tú. Me declaro incompetente para dar una respuesta pertinente, no he leído sobre estrategias docentes que me ayuden a enfrentar estas situaciones, me he ocupado más de la academia que de aspectos formativos que me ayuden a conversar con mis estudiantes en estas situaciones de crisis. Solo sé decir, hay que continuar con nuestro trabajo y hacerlo bien, pero no es suficiente. Ya no es suficiente pensar que otros profesores en mi universidad se encargan de detonar procesos reflexivos sobre nuestras crisis sociales, ellos se han preparado muy bien para hacer frente a estos escenarios.

Esta asepsia académica me está ahogando. Sé que no somos neutrales, ni cuando no queremos explicitar una postura, pero no sé cómo enfrentar estas situaciones porque temo las consecuencias. Hace muchos años, cuestioné a una estudiante porque su rendimiento estaba muy por debajo de su potencial, su respuesta fue que era un acto de rebeldía pues estaba, obligada por sus padres, estudiando una carrera que no quería; yo la alenté a pensarlo bien y a tomar sus propias decisiones, asumiendo las consecuencias por supuesto. Tiempo después supe por su hermano, quien también fue mi alumno, que ella se  había dado de la baja y que estaba estudiando cosmetología con muchos problemas familiares. De ello me siento responsable, no sé cuánto, pero creo que contribuí, espero que haya sido para bien.

El viernes pasado, hubo aquí en la Ibero Puebla, un paro simbólico de labores, en el que tanto académicos como estudiantes, encabezados por nuestro rector, participaron de manera libre para manifestarse en contra de los sucesos de Ayotzinapa; yo no acudí, acompañé a dos de mis estudiantes en su práctica de campo; hubiera asistido pero el hubiera no existe. 

En ese acto Eduardo Almeida Acosta, investigador y académico de la Ibero Puebla, persona muy querida y admirada en la comunidad, dijo que en estas situaciones hay que vencer el miedo y para ello hay que nutrirse de tres aspectos fundamentales: no encerrarse, ser humildes y tener confianza. Y aunque estoy de acuerdo, pienso que es difícil tener confianza en un sistema que ha demostrado que no funciona.  No hay justicia para los niños de la guardería ABC, para los jóvenes desaparecidos del caso Heaven y ahora del caso Ayotzinapa, solo por mencionar algunos.

Manifiesto en este breve texto dolor, frustración, indignación e impotencia. Manifiesto mi solidaridad con los familiares y compañeros de los normalistas de Ayotzinapa. Pido perdón a los jóvenes de hoy y a las generaciones futuras, pues me hago cargo de lo poco que contribuyo tratando de hacer bien lo que creo que me toca. Tengo la firme convicción de que manifestarse afectando a otros, en menor o mayor escala, es una solución que sirve poco; pero manifestarse como lo han hecho en la Ibero Puebla, me ha permitido abrirme, sentirme humilde y tener algo de confianza. Por ello, gracias.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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Dependiendo de la dosis recomendada, 1 sobre kamagra 100 mg es suficiente para 1-4 usos.

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