Hace un cuarto de siglo, a las órdenes de Ridley Scott, Susan Sarandon y Geena Davis crearon dos personajes potentes, memorables e icónicos en Thelma y Louise . Desde entonces, las carreras de las dos actrices han seguido caminos diferentes pero algo las mantiene unidas: un infatigable compromiso político, activista y feminista, como si se les hubiera grabado a fuego una de las últimas frases del guion que ganó el Oscar y que pronuncia Thelma (Davis) antes del salto final: "Que no nos detengan. Vamos a seguir".

Es difícil hallar a alguien más activo en causas progresistas en Hollywood que Susan Sarandon, que en la universidad se involucró en el movimiento por los derechos civiles, en los 80 viajó a Nicaragua para ayudar a madres y niños, y hace unos años, con su entonces esposo Tim Robbins, se opuso a la guerra de Irak. Su activismo no conoce fronteras y, además de crear la Fundación Caritativa Susan Sarandon (que apoya al instituto de Geena Davis y a otros grupos), es activa en campañas por la igualdad de derechos de los homosexuales, de ayuda a los sintecho, contra el racismo y a favor de jóvenes o ancianos. Y es embajadora de buena voluntad de Unicef.

Más activa que Davis en lo que al cine se refiere desde que la road movie feminista las puso a las puertas del Oscar (se lo llevó Jodie Foster por El silencio de los corderos ), Sarandon se toma muy en serio la selección de proyectos, como demostró con el papel que sí le dio la estatuilla, el de la hermana Helen Prejean en Pena de muerte , tras el que se involucró en la lucha contra la pena capital. "Tienes que ser consciente de lo que dice un filme y de la responsabilidad de elegir trabajos", dijo alertando de guiones que "refuerzan actitudes racistas, sexistas u homófobas".

Para Geena Davis, el papel de Thelma fue revelador. O mejor dicho, la reacción a la película que experimentaron muchas mujeres. Como recordaba recientemente, esa reacción fue "tan profunda, tan diferente", que le hizo darse "cuenta de las pocas oportunidades que damos a las mujeres de sentirse entusiasmadas y reforzadas por personajes femeninos, de salir encendidas tras ver una película". Años después, mientras veía un programa de entretenimiento con una de sus hijas, Davis se percató de otra realidad que ha marcado su vida: la flagrante discriminación que existe a la hora de presentar personajes femeninos en la programación infantil, en cine o en tele. Decidió entonces lanzar una ambiciosa iniciativa de estudio de esa discriminación y en el 2006 creó el Instituto Geena Davis sobre género en los medios, hoy una respetada referencia.

El rigor del trabajo de ese organismo la ha convertido en una voz más que autorizada en el debate, que está ganando en los últimos años renovada exposición pública, sobre el sexismo y la discriminación en Hollywood. Y volvió a alzarla el mes pasado durante el Festival de Sundance, donde recordó que "los personajes femeninos representan menos del 30% de los que aparecen en pantalla, exactamente el mismo porcentaje de los últimos 70 años". Davis, que acaba de cumplir 60 años y estuvo a punto de entrar en el equipo olímpico estadounidense de tiro con arco para los Juegos de Sídney del 2000, es certera cuando dispara contra ese tipo de discriminación y desde el año pasado organiza en Arkansas un festival de cine que promueve el trabajo de las mujeres y la diversidad.