Su nombre es Moana, la nueva cinta de Disney que intenta inspirar a las niñas al empoderamiento femenino, que lejos del amor, se trata de buscar en ella lo más preciado, la fuerza interior que la acompañará en la búsqueda de su destino.
Moana no es una princesa, lejos del estereotipo de Disney, es la hija del líder de una tribu polinesia que ha sido elegida por el Océano para restaurar el orden de la naturaleza, luego de que un travieso semidios ha hecho de las suyas, y al compás de la música de los veteranos de la casa productora de animación más antigua de la industria, está dispuesta a cambiar radicalmente los estándares.
La historia nos lleva hasta la tribu Motuni, donde la abuela Tala, madre del jefe Tui cuenta las hazañas del semidios Maui, quien en búsqueda de complacer los deseos humanos, altera el orden de la Madre Tierra y roba el corazón de Tahíti, representación de la naturaleza. Tras el robo, la tribu se ve envuelta en la oscuridad, no puede pescar más allá del límite que tienen marcado y se están quedado sin recursos para alimentarse; alguien hizo enojar a la naturaleza.
A pesar de que el jefe de la tribú, papá de Moana no está de acuerdo, la chica necesita reafirmar que ella puede ser la líder de su pueblo y para ello necesitará tomar la decisión que cambie la historia. Con el apoyo de su abuela Tala, Moana tiene dos tareas, encontrar a Maui y que entre los dos devuelvan el corazón a la isla, pero para esto tendrá que navegar y navegar, cosa que por cierto no sabe hacer, y enfrentarse a sus miedos.
La cinta de Disney tiene varios elementos que la hacen candidata para ser un clásico de la casa productora, pues cuenta con episodios musicales muy ricos que nos recuerdan a lo más oldie, lo que no es gratis, pues los directores de Moana son los mismos que hicieron La Sirenita en 1989.