Actualmente puede encontrar dos películas basadas en la vida de Florence Foster Jenkins, una soprano que se instaló en la sociedad de clase alta de Nueva York en 1912 y que su talento musical era nulo. Hasta su muerte, estuvo convencida de que contaba con una voz privilegiada y que estaba entre las grandes. Ella construyó el Club Verdi, institución que juntaba dinero para apoyar a los jóvenes músicos y artistas; tal vez por eso el círculo de supuestos admiradores no se atrevía a decirle la verdad.

La primera versión la puede encontrar en Netflix, se llama Marguerite y la dirige el cineasta francés Xavier Giannoli, quien filma con gran virtud una historia sutil y llena de simbolismos que esconden un fuerte mensaje… el final es sublime.

Además, la riqueza del diseño de arte está muy bien cuidada y la elegante banda sonora incluye arias de las óperas de Mozart y Henry Purcell, así como piezas musicales de Bach y Vivaldi.

También el humor es bastante bueno. Giannoli nunca trata a su protagonista como un instrumento de alivio cómico fácil, prefiere concentrarse en las bases que alimentan las ilusiones de la cantante. Marguerite nos habla de los sueños, de cómo muchas veces eso que queremos tanto no es lo apropiado para nosotros. Búsquela, apenas la estrenaron hace un par de semanas en la plataforma.

Por otro lado, si quiere conocer la historia de este peculiar personaje en la pantalla grande, seleccione en cartelera Florence: La mejor peor de todos, del cineasta inglés Stephen Frears.

Ignore el título tan absurdo y corra a comprar sus boletos porque el filme cuenta con extraordinarias actuaciones, como la de Meryl Streep, Hugh Grant (tal vez la mejor de su carrera), y, sorpresivamente, la de Simon Helberg.

A diferencia de la película de Xavier Giannoli, que destaca los conciertos a los círculos de amigos, Frears narra cómo Florence heredó una fortuna de su padre para cumplir su sueño de estudiar ópera para convertirse en soprano.

Le aseguró que, además de escuchar buena música, reirá como loco, ya que el efecto de gracia que consigue Streep es extraordinario.

“La gente puede decir que no sé cantar, pero nadie podrá decir nunca que no canté”. Esta frase de Florence se escucha en esta cinta y define a la perfección su inocencia, potenciada por un círculo social hipócrita. Si quiere escuchar algo de ella, puede encontrar en Internet unas grabaciones que hizo en el estudio Melotone en Nueva York.

Fuente: http://www.ntrguadalajara.com/post.php?id_nota=60806