Hacer una película dentro del modelo de negocios hollywoodense es un asunto que no debe tomarse a la ligera.
Involucra la planificación de filmes que garanticen la recaudación necesaria para recuperar y exceder las inversiones iniciales, y atañe, evidentemente, a la estabilidad económica que permita a los estudios autorizar el financiamiento de otros trabajos más arriesgados y originales.
Es por ello que el caso de Monster Trucks tiene preocupados a los ejecutivos de Paramount Pictures y en estado de alerta a los medios especializados, pues es una película cuya creación parece más consecuencia de una toma apresurada de decisiones que de un análisis cuidadoso de propuestas, posibilidades y proyecciones.
La premisa de la cinta es original del hijo de Adam Goodman, antiguo presidente de Paramount. El chico tenía apenas cuatro años de edad cuando le platicó ingenuamente a su padre la idea de un monstruo tentaculado viviendo al interior de un camión monstruo, y Goodman estimó pertinente que de esta se hiciera una película de un presupuesto similar al de una de superhéroes.
Se autorizaron 125 millones de dólares para su realización, bajo la idea de que fuera un producto dirigido a un público amplio (niños, adolescentes y adultos), pero en algún momento de la filmación el enfoque cambió y Monster Trucks terminó siendo una película infantil, una que costó más del doble de lo que suelen costar estas producciones.
El estreno originalmente estaba programado para mayo de 2015, pero Paramount -seguramente al ver el producto terminado- lo aplazó en múltiples ocasiones. En 2016 el estudio informó que estaba anticipando la pérdida de 115 millones de dólares, en virtud de una película que aún no estrenaba. Esa película resultó ser Monster Trucks.
La cinta finalmente llegó a cines a inicios de este 2017 y, tal como lo proyectó Paramount, está siendo un desastre en las taquillas de todo el mundo.
Es un caso que tiene a la industria fílmica en vela, pues sirve para ejemplificar con claridad dos supuestos: una película dirigida en exclusiva al público infantil debe costar la menor cantidad de dinero posible y -el más importante- no es sabio apostar por las ideas de niños pequeños. O si se hace, la apuesta debe analizarse hasta en el más mínimo detalle.
Fuente: http://www.swagger.mx/cine/