Antes de la función, se nos advierte varias veces que no debemos hablar del final inesperado de Fragmentado. No es algo que llame la atención. Desde El Sexto Sentido (1999), Shyamalan es un director que se caracteriza por los ‘twists and turns’ de sus historias de suspenso, que pretenden dejarnos en shock.
El problema es que el cineasta hindú quedó con fama de “one-hit-wonder.” Después de El Protegido (2000) su fama fue cayendo poco a poco con cintas que recibieron críticas divididas como Señales (2002) y La Aldea (2004), hasta llegar a desastres como El Fin de los Tiempos (2008) y El Último Maestro del Aire (2010). Con Después de la Tierra (2013) ya nunca nadie pensó que Shyamalan se redimiría. Pero él sigue trabajando sin importarle el resultado y su siguiente entrega parece interesante.
Kevin (McAvoy) secuestra a tres adolescentes y mientras fragua su plan, lidia con sus arranques de múltiple personalidad. Por su lado, las víctimas deben encontrar a la “personalidad” de Kevin que sea lo más amable posible para que las ayude a escapar. Ciertamente no es ‘Patricia’, líder de una secta religiosa que cree en una Bestia, pero pudiese ser ‘Hedwig’, un niño de 9 años.
Fragmentado en su fórmula, no tiene nada de original. Es básicamente un típico slasher ochentero en donde adolescentes sexys y tontas tienen que escapar de un asesino indestructible. Como es costumbre, la chica “virgen” o la menos sexualizada, es la más lista y la que sabe cómo reaccionar, mientras que las de minifalda corta serán presas fáciles.