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Viernes, 03 Noviembre 2017 19:49

Moisés y los 10 mandamientos no pasa de videohome

Por  Staff Puebla On Line

Prometía efectos especiales espectaculares y una narrativa visual sorprendente. Prometía una puesta en escena cuidada y una edición de primera. Una superproducción brasileña. No hay duda que lo sea, pero nada de lo prometido está ahí. Hay, sí, un videohome de altísimo presupuesto que apuesta una y otra vez por efectismos propios de las telenovelas para dar un supuesto dramatismo a una ejecución pobre, unas actuaciones acartonadas y una narración carente de emociones.

Además, Moisés y los Diez Mandamientos apuesta por el ralentí como elemento de realce dramático. Apuesta por el ralentí como el efecto idóneo para adornar la acción violenta. Apuesta por el ralentí como sello visual de emociones infamemente desmotivadas. Apuesta por el ralentí una y otra vez como un grito desesperado por salvar lo insalvable, por proveer suspenso donde no lo hay, por subrayar el drama inexistente.

 

Esta versión de Moisés y los Diez Mandamientos deriva de una telenovela brasileña. De ahí su estética de video en altísima definición y, quizá también, su ingenuidad de ejecución. Lejos de que la historia del patriarca Moisés que libera al pueblo de Israel del yugo egipcio en tiempos que ocurren antes de Cristo consiga atrapar a la audiencia a través de una historia conmovedora, se queda en meras intenciones. Está a años luz de la cinta dirigida por Cecil B. DeMille en los años 50, y no solamente en las intenciones del realizador (si es que Alexandre Avancini, el director de esta cinta brasileña, las tuvo), sino también en el plano de los efectos y en el uso de una ingenua voz en off que va explicando los detalles de lo que ocurre porque de otra forma ni cómo (y, para salvar el recurso, lo justifica al principio).

Por si fuera poco, los efectos visuales generados hace más de 60 años son mucho más verosímiles e impactantes que los que fueron realizados para esta nueva versión. Y eso que los han promovido como una de las cartas fuertes de esta película. El fuego que de buenas a primeras se enciende en varias escenas clave se ve tan superpuesto que provoca la risa involuntaria. La estela del Ángel de la Muerte es como uno de esos efectos ochenteros de una estela de luz, pero que se veían mucho pero mucho mejor elaborados en una película como Cazafantasmas. Las escenas del mar son verdaderos prodigios de cómo no hacer efectos visuales: cuando el mar se pinta de rojo casi se ven las manos de quien hizo el trabajo por computadora. Y cuando se abre el mar, tal vez lo mejor logrado de todo el filme, no hay ni una pizca de emociones.

Fuente: CINE PREMIERE

 

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