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Viernes, 08 Diciembre 2017 19:46

Rodin, el artista y la nueva exhibición de sus problemas

Por  Staff Puebla On Line

Acotada al circuito de arte, se estrena este viernes la película Rodin (Francia-Bélgica-Estados Unidos, 2017). Es una buena muestra de que las producciones programadas en las salas de arte no son, por ese hecho, necesariamente buenas. Más bien su director y guionista, Jacques Doillon, nos queda a deber con una historia pretenciosa, muy plana, que se queda a medio camino entre la biopic de uno de los artistas más importantes de la historia y la exposición desarticulada y repetitiva de su lado humano con conflictos creativos, existenciales y sentimentales.

Es innegable que la película tiene algunos valores que descansan, particularmente, en las actuaciones y la muy lograda ambientación. Vincent Lindon resulta convincente en su caracterización de Auguste Rodin, al que encontramos en sus 40, viviendo una intensa etapa creativa en torno a una de sus obras monumentales más famosas: Las puertas del Infierno.

 

Paralelamente, Rodin inicia una relación con otra talentosa escultora de la época, aunque marginada por su condición femenina: Camille Claudel, casi 25 años menor que él, y quien se convirtió en su apasionada modelo, musa y amante. La actriz Izïa Higelin supo capturar la arrolladora personalidad y la pasión de la escultora que amó intensamente a Rodin y tanto aprendió de él. Enredados en la vorágine de los celos, los arrebatos, berrinches, apasionados encuentros y, de ahí, vuelta al principio, Auguste y Camille casi parecen dos adolescentes. Resulta más que simbólica la frase que el artista dice a su amante: “Te adoro como Camille; pero como Claudel te detesto”.

La polémica representación de Balzac que  hiciera Rodin, según su propia interpretación y lectura del escritor, es también un pasaje dentro del argumento, que resulta particularmente atractivo en el desarrollo de la pieza que el escultor realizara en un principio, presentando al novelista obeso, casi deforme y desnudo, provocando grandes críticas entre los círculos de intelectuales y artistas de la época.

Otro valor de Rodin es la forma en que se recrea el sistema de trabajo del artista. La atmósfera del taller, sus asistentes, la iluminación, las diferentes técnicas que usó y las etapas de la creación de una obra son mostradas, aunque de manera sucinta, por Jacques Doillon.

Fuente: EXCÉLSIOR

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