Para comentar esta película que se estrena hoy, hay que hacer la salvedad de que sólo comparte el título con Lady Macbeth, de William Shakespeare. Se trata de una adaptación de Lady Macbeth, de Mtsensk o del Distrito de Mtsensk, un cuento corto del escritor ruso Nikolái Leskov, que se publicara por primera vez en 1865. Después se convirtió en una ópera con música de Dmitri Shostakóvich.

Existe ya otra versión cinematográfica conocida como Lady Macbeth en Siberia, dirigida por Andrzej Wajda, que se basó en el cuento de Leskov.

Esta película de William Oldroyd con guión de Alice Birch ubica la acción lejos de Rusia, en la campiña inglesa del siglo XIX, lo que recuerda mucho a Cumbres borrascosas, mientras vemos a la apasionada protagonista correr por los desolados páramos sintiendo el fuerte golpe del viento.

La historia gira en torno a Katherine (como la heroína de la novela de Emily Brontë), quien ha sido comprada por su esposo, que no la ama ni la desea. La película se inicia con la boda, nunca sabemos nada de los antecedentes de los personajes, particularmente de la protagonista, y eso deja un gran bache en el relato que por momentos nos dificulta entender su transformación en una salvaje asesina.

Katherine vive atrapada en una jaula de oro, cruelmente sometida a la represión de la mujer de la época. No puede salir de la casa a pesar de sus deseos incontenibles de correr por el airoso páramo. Es un mero objeto que no interesa a nadie en la casa, empezando por la mujer que se encarga de atenderla con brusquedad y falta de consideración.

La casa es administrada con austeridad por su suegro, que menosprecia e insulta a Katherine, pero ella es una mujer sensual, casi primitiva, tiene hambre de ser amada y, sobre todo, libre, y será capaz de todo por lograrlo.

La actriz Florence Pugh es una selección a la medida de esta mujer llena de inquietudes al estilo de Madame Bovary. Lady Macbeth retrata de manera convincente una época de opresión contra las mujeres, que además veían totalmente anulada su sexualidad. Su esposo no consuma el matrimonio, lejos de eso la humilla, y en Katherine despierta un espíritu libre y rebelde que, en una ausencia del marido, la lleva a iniciar una turbulenta relación sexual con un humilde empleado de su esposo. Lo que Katherine quiere es poder, decidir sobre su vida, quitarse el asfixiante corset que le ponen todas las mañanas.

La enorme casa es otro personaje de Lady Macbeth, pues además casi toda la película está filmada en su interior y representa el lugar de su agobiante encierro. La música de Dan Jones refuerza el suspenso y la tensión. Lo mejor es el trabajo de Florence Pugh, quien se pone en la piel de una mujer que puede despertar empatía y a la vez repulsión. Una Katherine que no está dispuesta a someterse al aplastante dominio masculino de su tiempo, aunque corra sangre.

Fuente: EXCÉLSIOR