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Viernes, 20 Abril 2018 19:55

Verdad o reto, cuando la violencia mata de risa

Por  Staff Puebla On Line

Cuando en 2005 Jeff Wadlow hizo su debut en el largometraje con Cry Wolf, una película sobre un grupo de adolescentes que inicia un juego de mentiras a partir de la aparición de una chica asesinada, demostró que lo suyo no era la elaboración de atmósferas de suspenso y ya no se diga de terror. Verdad o reto, su más reciente película, confirma su incapacidad para conseguir que esas atmósferas funcionen aunque sea mínimamente. Incluso logra hacer un oprobio para el subgénero slasher, lo cual ya es decir bastante.

Y no es que uno se la pase mal viendo Verdad o reto. Sinceramente, es entretenida porque de principio a fin hace que uno se parta de risa aun y cuando su intención no sea que uno se parta de risa. Hay tantas muertes y tanta violencia que debería ser una película que por lo menos provocara uno o dos momentos de verdadera tensión, más por su machacona intención en volcarse hacia los conflictos morales y psicológicos de los personajes, pero no lo consigue. Salvo en una ocasión: en su prometedora y perturbadora escena inicial, intrigante y aterradora por su fuerza visual, pero cuyo efecto inquietante acaba difuminándose más rápido que tarde.

En la última noche de la última semana de spring break que un grupo de amigos universitarios pasa en Tijuana, decide acompañar a Carter (Landon Liborion) hasta un convento abandonado donde él les ha prometido seguir la fiesta. Sin embargo, él invita a los siete (cuatro hombres y tres mujeres) a un aparentemente inofensivo juego de verdad o reto que pronto los pone de mal humor y en el que Carter le dice a Olivia (Lucy Hale, la Aria Montgomery de Pretty Little Liars), una chica recta y activista de buenas causas, que ya no hay forma de salirse del juego: si no escoges, mueres; si no cumples el reto, mueres, si mientes, también.

 

Los siete participantes regresan a sus vidas normales pero, de repente, el espíritu chocarrero (que funciona aquí como el asesino psicópata) los encuentra y los hace tener alucinaciones (ven un interlocutor de sonrisa demoníaca con efectos noventeros de por medio) que los incitan a jugar. La premisa suena bastante bien y, de hecho, en los dos primeros turnos de vuelta a la normalidad, cuando sólo Olivia está convencida de lo que ocurre, parece que de algún modo va a funcionar bien y que incluso podría ponerse mejor. Ronnie (Sam Lerner), un patanazo, acepta el reto de enseñar su pene en medio de un bar, para lo cual se pone a bailar sobre las mesas de billar. No obstante, después de que alguien hiere su orgullo, duda, trastabilla y acaba perdiendo la vida al no poder completar el reto.

Y así, a punta de martillazos, una hilarante versión de la viga de equilibrio que hace una alcohólica, verdades inconfesables tremendamente telenovelescas, Taylor (Lucas Moreno), su novia y mejor amiga de Olivia, Markie (Violett Beane), Brad (Hayden Szeto), el cínico Tyson (Nolan Gerard Funk) y su novia Penelope (Sophia Ali) intentarán sobrevivir las torturas del juego. A nosotros nos toca sobrevivir las torturas de una historia de terror que adolece de sustos y de suspenso, los huecos de un argumento inverosímil, la economía de personajes y locaciones vuelta pobreza imaginativa, la pobreza de actuaciones vuelta comedia involuntaria y, bueno, un final que quiere ser sorpresivo e infinito pero que en manos de Wadlow se reduce a un mensaje admonitorio que redondea lo telenovelesco de esta historia.

Fuente: CINEPREMIERE

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