Muchas barbas han caído desde que el famoso Alejandro Magno instaurara como obligación el rasurado entre todos sus soldados (para que el enemigo no tirase de ellas y los derribara del caballo). Y son muchos los trabajos que exigen un pulcro afeitado entre sus profesionales (seguramente, no por razones tan poéticas). Ya ves que no es cosa nuestra, igualmente aceptamos las barbas (de todos los estilos) y los apurados perfectos, allá cada uno con sus cosas. Por si te ves en la necesidad de ir al curro con la cara perfecta, tipo culito de bebé, más te vale tener entre manos una afeitadora con la mejor tecnología y saber cuándo es el mejor momento para utilizarla.
¿A PRIMERA HORA?
Comienza el día y ya te vienen a la mente obligaciones, cosas por hacer, posibles complicaciones de la jornada... Pues, vete descartando el afeitado, porque no va a ser una de ellas. Te vamos a contar algunos detallitos (sí, aún no lo sabes todo), para que te quede un apurado, como te gusta, con apenas unas pasadas de maquinilla.
La primera cuestión: si trabajas de mañana, el afeitado a primera hora, sí. Pero ¿antes o después de la ducha? Va un poco en gustos. Aunque apostamos por después de la ducha, ya que así los poros de la piel se dilatan, el pelo se despega de la cara y resulta más fácil el rasurado.
¿EN SECO O CON AGUA?
La respuesta, la misma que antes, según el gusto de cada uno. Pero, para los que tenéis la piel sensible, aconsejamos en mojado. Ya sea durante la ducha o utilizando espuma y/o gel como complemento de la maquinilla eléctrica. Ambas opciones suavizan la piel, reducen la fricción y con ella la irritación durante el afeitado. Eso sí, no la líes, usa una maquinilla 100% resistente al agua, de esas que aguantan hasta 5 metros de profundidad, para que puedas ducharte con ella y enjuagarla con el grifo, tantas veces como quieras.
¿TRAS EL DESAYUNO?
Por si te surge la duda, inmediatamente después del desayuno no es el mejor momento. O si eres de los que te afeitas por la tarde... justo después de comer, tampoco. Se supone que tras la ingesta de alimento, los capilares están más vascularizados y la irritación y los cortes surgen con mayor facilidad. Las cosas cambian a partir de media hora después de comer, ya que durante la digestión la sangre afluye a los órganos que intervienen en ella y se aleja de las zonas más distales, como la piel. Ojo, si necesitas un café para que te vuelva la vida al cuerpo, no hagas nada sin él.
Fuente: esquire
