Archive for Mayo, 2020

Salir o no salir, ese es el desmadre

Jueves, Mayo 14th, 2020

Ahora que se anuncia una #NuevaNormalidad tal vez experimentemos otro poco de angustia. De alguna manera ya estábamos acostumbrándonos (como nobles y domesticados animalitos de la creación), aunque no resignados, a este ritmo de trabajar a distancia, tal vez más horas frente a la computadora pero sin todo el ritual del despertador a las 6:00 am, los cinco minutitos más, el baño de cinco minutos, salir sin desayunar, coger un yogurt o yakult para el camino, conducir abriéndose paso entre autos porque a todos nos urge llegar y checar la tarjeta.

La vida se volvió un poco más lenta. Ahorramos en gasolina, en comida rápida y hasta en cafés. Ahorramos porque dejamos de consumir(nos). Si a mí me lo preguntan, extraño el cine, aunque ya desde hace un año le perdí el ritmo a los estrenos por otros motivos que no tienen que ver con el coronavirus pero sí con mi aislamiento voluntario. En fin, después de dos meses, sabemos que el mundo no será el mismo, o tal vez sí, tal vez nunca ha dejado de ser lo que es.

Si seguimos las noticias, desde que  nos guardamos en casa, todos los días hay reportes de asaltos, delincuencia, accidentes vehiculares, inseguridad, crisis sociales, económicas y pleitos entre particulares. Ese es el mundo que nos espera afuera. El mismo que dejamos. Con corrupción, con burocracia, como diría Lupita D’Alessio, con defectos y virtudes, con dudas y soluciones, con amor y desamor.

Justo en la semana que todo se detuvo. Yo subí y bajé a prisa, hice todo el trámite para reponer la placa que me robaron, pagando dos mil pesos más y rogando que la 4T me haga justicia y no me obligue a desembolsarlo por tercera vez. Hacía vueltas en el trámite para legalizar mi certificado en Psicoanálisis y Cultura, intenté liberar mi Servicio Social con la Fiscalía abierta aún al público pero cerrada para los pasantes. Corría para cerrar trámites y en cada vuelta reparaba donde estacionar el auto intentando ponerlo a salvo, caminar a prisa viendo para todos lados, rogando por no ser parte de las estadísticas de inseguridad. Porque sí, que no se nos olvide: vivíamos en estado de alerta permanente. Rayando en la paranoia.

Estas semanas a salvo en el hogar, pensaba en para qué quisiera salir al mundo, donde podría chocar o que me choquen el auto, tropezarme con los tacones o simplemente ser víctima de mis gastos hormiga entre los chicles, chocolates y bombones. Es el miedo a la libertad, el cual experimentamos desde el instante en que fuimos arrojados al mundo. En términos coloquiales esta es la tesis que el filósofo alemán Martin Heidegger plantea en su obra “Ser y Tiempo”, la cual ha sido retomada para sentar las bases de la Psicología Humanista y algunos de sus derivados.

Hoy que la #NuevaNormalidad se asoma, ese miedo a la libertad se reaviva. Al final tenemos que dar el paso hacia la calle. No podemos quedarnos en casa para siempre, como no lo pudimos hacer en el origen, no sólo tuvimos que salir del útero de nuestra madre, también debimos dejar el seno materno y después la casa de nuestros padres. Sólo así logramos ser en el mundo y escribir una historia propia. Sólo así podemos decir que vivimos y no solo sobrevivimos. Ya lo dijo Alejandro Sanz, “vivir es lo más peligroso que tiene la vida”, hagamos que valga la pena.

Drawing | Mariya Fedotova Zeldis

#ElCovidEsUnaRealidad

Lunes, Mayo 4th, 2020

Nada desgasta más al ser humano que resistirse al cambio. La raíz de todos los males que nos aquejan se reducen a la tormentosa batalla de aceptar nuestra derrota. Ante lo que sea. Lo que se nos olvida es que perdemos, perdemos todo el tiempo. Nuestra imagen narcisista con la que nos constituimos como sujetos incluso ha llevado a algunos a fomentar la cultura del “ganar – ganar”, o de la resiliencia que es entendida como esa capacidad para salir avante ante cualquier adversidad. Sin embargo, hasta en ambas estrategias perdemos, de hecho se trata de soltar lo que no tendremos para que cualquiera de ellas pueda surtir efecto.

Literalmente han pasado 40 días desde que las actividades no fundamentales se detuvieron, los empleados fuimos relegados al home office y los estudiantes enjaulados con sus padres. Sin embargo, habría que preguntarnos si realmente el confinamiento comenzó, pues mientras unos se tornaron más hogareños, los delincuentes no se han tomado ni un día de asueto.

La cuarentena se acabó. No en los hechos claro está, sino en el aspecto imaginario, en esa representación mental que aludía a una tortura y/o sentencia de cadena perpetua. Aunque para ser sinceros en México el confinamiento nunca comenzó. Nunca hubo un decreto de estado de excepción en el que quienes no acataran la Sana Distancia o anduvieran en la calle de paseo sin cubre bocas, fueran sancionados con el peso de la ley. Porque solo así entendemos. Aceptémoslo.

Comenzamos contando los días. Hoy nos hemos rendido y ya perdimos la cuenta. Nos subimos mejor a “un día a la vez”, “sólo por hoy”, hemos terminado por aceptar nuestra nueva realidad, sin darnos cuenta hemos aceptado que las cosas no son como las habíamos imaginado el 1 de enero antes de comer cada uva. Aceptamos que no volveríamos a la escuela el 20 de abril, ni después del 30 de abril. Hoy debemos ir olvidando la idea de que el 1 de junio saldremos corriendo a los cines y restaurantes.

Basta con voltear la mirada hacia el otro hemisferio del mundo. Ahí donde sí hubo mano dura durante su confinamiento, hablan de un retorno parcial que será lento, gradual y ya entrado el verano, es más mencionan un rebrote para otoño y hasta efectos prolongados por dos años. Seguir esperanzados a que “esto también pasará” o que ya pronto será 31 de mayo es negarse a ver que esta pandemia nos sobrepasa, que toca quedarse en casa, porque aun cuando queramos salir, no hay lugar a donde ir, así que es mejor si asumimos esta pos “normalidad” y nos ponemos creativos para hacernos la vida más amable.

Freud, el padre del psicoanálisis, dentro de su teoría estableció algo que se conoce como Principio de Realidad, el cual, junto con el Principio de Placer, rige el funcionamiento mental. Cuando éramos pequeños nos gobernaba el Principio de Placer, queríamos sentir a nuestra madre y lanzábamos chillidos, ella, presta, corría a atendernos y replegarnos nuevamente a su pecho. Tal vez no teníamos ya hambre, pero ahí estábamos bien a gusto cada que nos caíamos, teníamos sueño o nos espantábamos en la noche. Pero un día las cosas cambiaron y dejamos de ser los reyes del paraíso. Este mecanismo en el que aprendimos, por la mala, a postergar la búsqueda de satisfacción es el Principio de Realidad. Así fue como nos hicieron creer que “el que persevera, alcanza”, que “siempre vendrán tiempos mejores”, que “lo mejor está por venir”. Aunque de esto nadie pueda dar garantía. Claro que aceptarlo a veces cala, causa frustración, berrinche o cualquier otra manifestación del ego herido. Pero hoy es lo que nos toca. Es lo que hay. Así que sigamos haciendo lo que podamos cómo podamos mientras ocurre esta pandemia.

Vis-à-Vis |Gail Albert Halaban (París)