De monogamia y salud sexual

El debate sobre la monogamia es tan viejo como la sociedad. Unos defienden que por naturaleza el ser humano tiene que “socializar” íntimamente con más de una fémina. Están los que comulgan con la idea que una vez que las mujeres encuentran a su remedo de “Príncipe Azul” deberán guardarle fidelidad “hasta que la muerte los separe”.

El tema de la “calentura” que desemboca en la infidelidad se ha achacado por los siglos de los siglos a los varones, sin embargo, una investigación realizada por la Universidad de Hamburg-Eppendorf en Alemania ha concluido que permanecer en una relación durante muchos años con un mismo hombre afecta nuestra salud sexual.

Resulta que se reunieron a dos mil 500 personas, monógamas y heterosexuales; a todas se les analizó el deseo sexual considerando las etapas de las relaciones de pareja en la que se encontraban. Las señoras que tenían relaciones monógamas de entre uno y cuatro años, registraban una fuerte disminución del deseo sexual, lo que sin duda producía problemas en la pareja, porque los hombres, si bien ven mermado su deseo, la baja no es tan pronunciada como en el caso de las féminas. De ahí que está en boga la creación del viagra femenino.

Ahora bien, ante la interrogante de si ¿el amor es lo mismo que deseo?, investigadores de la Universidad de Montreal, en un estudio de 2012, hallaron que el amor y el deseo sexual activan áreas distintas del estriato, en el cerebro. El área activada por el deseo sexual es la misma que la que se moviliza por actividades placenteras como el sexo o la comida, mientras que el área activada por el amor, es el lugar en que están las cosas asociadas con la recompensa o el placer de recibir un valor.

También descubrieron que el amor activa vías del cerebro que tienen que ver con la monogamia y la vinculación en pareja, y aseguraron que algunas áreas del cerebro son menos activas cuando las personas sienten amor que cuando sienten deseo.

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