Baño de humildad

Dirán que soy una exagerada pero el kilómetro diario que he caminado los últimos tres días me hacen sentir grande. Y es que caminar una sola calle me agota. Así de grave está mi condición física.

Entonces decidí dejar el auto y tomar el transporte público. De esta manera me obligo a caminar y empezar a calentar mi cuerpo para las “grandes ligas”, osea una jornada de una hora trotando. Esa es la meta en el corto plazo.

Tal vez a muchos les pase que, como yo, conducimos de prisa, sin fijarnos en quienes van por la acera o esperan la combi. Vamos viendo de frente sólo atendiendo los semáforos y que nadie se nos meta en el carril. Hoy la vida me dio una lección especial.

Después de 15 minutos de caminar de la casa a donde supuse que pasaría algun micro o combi que me acercara al centro de la ciudad de Puebla, me hallé parada junto a un pareja de la tercera edad. Tendrían unos 70 u 80 años. Me conmovió ver cómo él, con la mano llena de arrugas y moviendo lentamente los dedos le daba a cuentagotas peso por peso el monto del pasaje a su esposa, quien con atención veía las monedas caer una a una sobre su mano.

Lo primero que pensé fue en su historia de amor. En mi historia de amor. Pensar que algún día, si Dios quiere, seré una anciana y a mi lado estará un hombre que habrá envejecido a mi lado. Pensaba en áquel concepto de “compañeros de vida”.

Seguí observando al par de viejitos. Ella cargaba una bolsa de esas con las que las señoras van al mercado. Pesaría al menos unos seis kilos. Mi impresión fue mayor cuando vi que él llevaba una bolsa de dialisis. Y así subió y bajó de la combi. Entonces me quedé helada.

Por mi mente pasaron todos los spots de Lolita Ayala en los que habla de la salud y los males degenerativos. Pensaba ¿Por qué esperar a que nos digan que hay que amputar el pie diabético? ¿Por qué esperar a que te digan que el riñón o el higado ya no te funcionan?

Luego pensé en nuestras autoridades. Tan ajenas a estas historias que se ven en la combi. ¿Cuándo habrá sido la última vez que lo hicieron? ¿Lo habrán hecho alguna vez?. Pensaba en el concepto de “baños de pueblo” que tanto se menciona en el círculo político. Esos en los que todos los que anhelan el poder se sumergen para atraer votos. Sin embargo, dudo que en sus giras de trabajo, el gobernador, el presidente o los diputados puedan percibir las carencias y las emociones de quienes viven con los pesos contados.

En gran parte, el cuadro me sorprendió porque, gracias a Dios, mis abuelos no están en esa situación. La invitación es, pues, ser más humildes, hacer ejercicio, ser saludables, trabajar y exigir resultados a nuestros gobernantes para tener una mejor calidad de vida hoy y mañana. Feliz año nuevo.

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