La libertad de Olinka

Conocí a Oli cuando trabajé en La Tropical Caliente. En mis recuerdos busco algún día en el que la haya visto de malas, molesta, amargada, “en sus días”, enojada, gruñona o con cara de pocos amigos. No lo encuentro. Es raro. Sobre todo en un ambiente laboral en el que siempre había alguien que se quejaba o tenía algo malo que decir de algún vecino de la oficina. Todos lo hacíamos. Pero ella no.

Siempre entraba con una sonrisa. “¡Hola mis chiquitinas preciosas!”, decía al abrir la puerta principal y se seguía directo a la cabina del 102.1 F.M., donde trabajó como locutora y después como continuista hasta que el cáncer se lo permitió.

Mucho antes de que la metástasis invadiera su cuerpo, Olinka tenía una filosofía de vida particular, disfrutaba el día a día, comulgaba con la idea de no estancarse en el ayer ni tampoco preocuparse por el mañana. Así lo hacía saber a sus fieles y miles de radioescuhas tanto al aire como en su perfil en Facebook.

Yo creo que esa gratitud a Dios por poder abrir los ojos cada nuevo día, el optimismo con que enfrentó la sentencia de muerte que le dieron en un primer diagnóstico, pero sobre todo la fe en un milagro divino, fue lo que la mantuvo con su familia y sus amigso más tiempo del esperado por los doctores. En un 2012 le dieron una esperanza de vida de entre 6 y 9 meses. Falleció este lunes, después de celebrar el domingo su último día del trabajador de la radio y yo lo interpreto como el día en que perdió la batalla en la tierra, pero ganó una en el cielo. Se liberó del cáncer irónicamente el 15 de septiembre.

Por años se aferró a la vida como una verdadera guerrera. Cuando una amiga en común nos trajo la noticia de su padecimiento a varias ex compañeras de trabajo, sentimos una cubetada de agua helada. Todas coincidimos en que era demasiada joven y demasiado buena persona para tener que enfrentar esa terrible enfermedad, además de la pequeña hija que aún necesita a su madre al lado. Mientras nosotras nos apachurramos sin hacer nada por ella, ella mostraba valentía en cada tratamiento y en cada quimioterapia.

En este par de días, la noticia de su muerte ha conmovido a cientos. Los mensajes en su perfil de Facebook, las condolencias digitales y físicas a la familia Sosa Cortez no cesan, eso habla de que nos deja un gran ejemplo de vida, lo menos que podemos hacer es seguir su consejo de sonreir y vivir cada día como si fuera el último. Descansa en Paz.