El palomero Mundo Jurásico

A punto de salir de la cartelera poblana, la película Mundo Jurásico es una palomera opción para quienes no corren a ver los blockbusters en su fin de semana de estreno por aquello de las conglomeraciones de gente o quienes ya agotaron las pocas opciones que nos quedan en este incipiente verano cinéfilo.

Es preciso aclarar que Mundo Jurásico no descubre el hilo negro. No se acerca siquiera al hit que en 1993 logró Jurassic Park (Parque Jurásico). Yo lo viví. Spielberg, el genio de Hollywood que convierte en oro todo lo que toca, nos apantalló con unos gigantes dinosaurios, con una fiel adaptación de la novela escrita en 1990 por Michael Crichton, en la que los adolescentes y adultos intentábamos digerir ese argumento de que a partir de un mosquito conservado en ámbar se podría clonar a las especies más antiguas que habitaron este planeta.

Era la década de los años ’90. La clonación era un tema controversial. Los dinosaurios nunca habían cobrado vida como lo hicieron en manos de Spielberg. Tengo que decir que yo soy muy chillona para la acción, la sangre y los seres que amenazan a la especie humana, así que a mis 12 años sufrí con Jurassic Park.

Aunque de fondo Mundo Jurásico no alcanza a su predecesora, eso no quiere decir que no esté bien hecha en términos de producción. Al contrario, cuenta con 22 años de distancia en efectos especiales. Los formatos del séptimo arte se han revolucionado. Y eso lo vemos desde las primeras escenas en que el parque se muestra como un Africam Safari con logística de Disneyland y tecnología de Los Supersónicos.

Debo confesar que este Mundo Jurásico me gustó y me quitó el sabor de boca sanguinario y amenazante de mi adolescencia. La razón es que no hay tanta masacre carnívora, ¡los temidos velociraptors hasta son amigables! Lo que me hace ruido es creer que si a mí (que soy chillona) se me hace light, ¿qué opinarán los masculinos ávidos de acción, sangre y adrenalina?

Es la misma trama pero con algunas diferencias abismales, por ejemplo, la nula química que hay entre la pareja protagónica Chris Pratt y “Gwen Stacy” en Spider-Man 3 (Bryce Dallas Howard), la poca simpatía de los niños en torno a los que gira el guión y los detalles que no amarran en todo el capítulo en el que el nuevo prototipo de T Rex anda suelto y uno llega a creer que está viendo Godzilla.

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