Un día particular, un día para morir

¿Qué nos salva del suicidio? ¿Es sólo una bala en la cabeza la que determina que estamos muertos? Podemos estar muertos en vida. Podemos estar muertos de amor. Podemos querer morir antes que el sistema nos mate. Valga esta oda a la muerte para hablar de Antonieta y Gabriel. Una historia de desamor.

Es Roma. El fascismo está en pleno apogeo. Ella, una delicada ama de casa abnegada. Madre de seis hijos y esposa de un recalcitrante fascista que ni siquiera se digna a mirarla a los ojos. Él, un locutor de radio venido a menos por sus ideas subversivas, con un amor que debe callar porque no está “bien visto” y porque suficiente tiene con la persecución nazi.

Dirigida por Claudia Ríos, la obra de teatro Un Día Particular, nos regala las experimentadas actuaciones de Edith González y Luis Felipe Tovar. Un par de vecinos solitarios que un día coinciden. Primero bailan en el departamento de él. Después charlan en el piso de ella. El qué dirán y la identificación de sus anhelos por alguien que los acaricie con la mirada, los lleva a la azotea del edificio, donde viven un fugaz momento de amor.

Hitler está de visita en la capital de Italia. En ese día particular, Gabriel está a punto de quitarse la vida.

“Vino a rescatarme a la vecina”, confiesa al teléfono a alguien que resulta ser más que un amigo. Antonieta libra una batalla entre los prejuicios y su deseo de sentirse viva a través de una plática extra ordinaria, un roce de manos o un beso prolongado. “Uno puede ser una persona decente o no, eso es lo de menos, lo que cuenta es ser fiel al partido”, le dice a su vecino cuando lo cuestiona por su historia de vida.

El remake de la película italiana “Una Piornata particolare”, protagonizada por Sophia Loren y Marcello Mastroianni, allá por 1977, ofreció dos funciones en el teatro del Complejo Cultural Universitario (CCU). La sala estaba llena. Durante la segunda mitad el público suspiraba. Al final, enmudeció.