Los mortales, esos que no tienen amigos en los medios de comunicación, que no militan en algún partido político y a los que la burocracia no les impone filias para que voten por tal o cual compadre. Todos ellos no saben por quién van a votar. Vaya, ni siquiera saben cuál de todos esos que veían en los medallones de autobuses es el candidato de su distrito. Esto en el mejor de los casos. En el peor, ni siquiera saben que el próximo domingo hay elecciones.

Haga ese ejercicio. Pregúntele a la amiga en el café, al taxista, al de la tienda o al del gym. A mí nadie me ha sabido decir quiénes son los candidatos de su distrito. Algunos ni siquiera ubican cuál es el número del distrito en que votan. Así de triste la realidad de la democracia de nuestro México que cada vez se hunde más en el limbo.

Antes todos íbamos contra el PRI, por aquello del agandalle de 70 años en el poder. Luego le dimos el voto de confianza al PAN, no uno sino dos sexenios por aquello de que Roma no se construyó en un día. Y ahora ¿por quién toca votar?. Cuando todos los “chiquitos” se han aliado o con uno o con otro o con todos y han perdido la brújula de izquierda, centro o derecha.

Y así estamos todos. A la deriva. Sin ganas de votar, pero conscientes de que hay que llegar a la urna. Somos el voto switcher. Ese que se decide a la última hora. Por el que todos los candidatos dan su reino. Y por el que esta será la elección con más abstencionismo en toda la historia de Puebla.

De campañas, propuestas y spots mejor ni hablamos, cómo hacerles entender a todos los involucrados en el proceso electoral que el sistema está gastado, turbio y tan prostituido que todos cambiabamos la estación en el radio cuando aparecía Chuchita o Pedrito diciendo que bla, bla, bla, bla, bla. Vaya, hoy ya no creemos ni en los periodistas que presentan informes o encuestas “cesudas” y de “buena fuente”. Que Dios nos agarre confesados.

Las apuestas ya están sobre las mesas. Los atoles mañaneros  también ya están listos y los litros de “chelas” y “cubas” mucho más que servidos. Para la fiesta mundialista todos y todas ya tomaron precauciones. Ahora bien, la Copa del Mundo no sólo es un derroche de pasión por el futbol sino también se trata de todo un negocio redondo.

La tarde del jueves todavía había cientos de aficionados que recorrían tiendas y puestos ambulantes buscando una playera de la selección mexicana. “La negra ya está agotada”, se repetía cada segundo en tiendas deportivas, departamentales y hasta puestos ambulantes.

En los muros en Facebook, Twitter y Messenger, los cibernautas enviaban hasta Sudáfrica toda la buena vibra al Tri y se organizaban reuniones en restaurantes,  casinos o ya de a perdis llevar la tele a la oficina o bien, concentrar a los cuates en domicilios particulares donde nadie les prohibiera brindar en nombre del honor de la escuadra mexicana y el generalizado pronóstico del 2 – 1 del primer encuentro de la justa mundialista.

Ahora bien, aunque algunos poblanos no tuvieron los casi 100 mil pesos que se necesitaban mínimo para volar de México a Londres y de ahí a Johannesburgo para ser testigos de la fiebre mundialista, si desembolsarán más de cinco mil pesos en este mes del Mundial.

Los que saben de los negocios estiman que, obvio, los refrescos y las botanas serán los alimentos más consumidos este viernes, ya que el 65% de los mexicanos planea tener algún líquido gaseoso a la mano, mientras que las botanas saladas se ubican con el 58% de las preferencias y los antojitos mexicanos con un 50%, según un estudio de TNS Research international México.

Según esta empresa, el 50% de los mexicanos de niveles socieconómicos medio y alto verá los partidos a través de TV de paga, mientras que 5% lo hará por medio de Internet y un 1% directamente en su celular.

Playeras, gorras, balones, entre otros artículos deportivos, además de refrescos, cervezas, botanas y golosinas alusivos a esta fiesta mundialista forman parte de la amplia oferta que los señores empresarios han preparado durante este mes. De acuerdo con la Profeco, el desembolso por adquirir algunos de estos productos puede superar los cinco mil pesos. Tan sólo la playera oficial del Tri se encuentra en tiendas de marca en más de mil pesos, mientras que en los puestos ambulantes la imitación se cotiza en 250 pesos. Mención aparte merece el balón oficial que se comercializa en casi 2 mil pesos.