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Cyberbullyng: el ciber acoso

Miércoles, Marzo 18th, 2009

“Amor, sexo o simple diversión. ¿Qué es lo que quieren? ¿Es capricho o en verdad aman?”, se pregunta un viejo amigo que no se explica porqué una intensa chica no deja de buscarlo por todas las vías telemáticas.

Frases como “¿A qué estás jugando?”, “Te extraño”, “Te necesito”, “Me urge verte”, suelen aparecer en su celular a la 1 o 2 de la madrugada, en su perfil de Facebook, en el Hi5, en su correo y ¿porqué no? en el famoso Messenger.

Todos los días relaciones que iniciaron como un simple coqueteo se transforman en enfermizas discusiones virtuales. Los llamados “panchos” ya no se expresan en lenguaje castellano. Hoy las mujeres lloran frente a la computadora, le gritan a una webcam, amenazan a una foto digitalizada con contarlo todo a la esposa, e intentan chantajear al objeto de sus deseos a través de persuasivos nicknames.

Todos alguna vez se han topado con un espécimen de estos. Todos alguna vez nos hemos convertido en un espécimen de estos (en sus respectivos niveles, aclaro). Así es la naturaleza humana. Enfermiza.

Sin embargo, como en todo, hay límites. Cuando ellas o ellos enloquecen, las cosas pueden salirse de control, y lo que inició como una aventura se puede convertir en una verdadera pesadilla. Esto es, en un instante se puede romper la delgada la línea entre la melosidad y el atosigamiento; entre el flirteo virtual y el hostigamiento real. - ¡Qué tal que un día va y se para en tu casa o en tu trabajo! – le respondí a otro amigo.

Por si acaso, es bueno tener en cuenta la siguiente información. El 20 de marzo de 2007 se decreto el acoso y hostigamiento sexual como un delito. Desde entonces sólo 30 denuncias interpuestas por mujeres han procedido en la Procuraduría General de Justicia del Estado de Puebla. En contraste, sólo 3 hombres se han atrevido a proceder legalmente en contra de alguna psicópata que lejos de inspirar amor ha llegado a despertar terror en ellos.

Los quejosos, en su mayoría son personas mayores de 18 a 28 años. Es hostigamiento sexual se castiga hasta con dos años de prisión; mientras que el acoso se sanciona con una multa que va de los 50 a los 300 días de salario mínimo.

Así que si de repente te entran los ataques de angustia, pánico, celos y esquizofrenia, más vale que te compres la colección de las cabronas, es decir, la decena de libros que explican porque los hombres las aman, se quedan y se casan con esas astutas mujeres.