Según la NASA este martes tuvo un segundo más de vida. Ese instante se agregó justo a la media noche como un ajuste para compensar la disminución en la velocidad de rotación de la Tierra.

Fue a las 23.59.59 cuando la manecilla alargada del reloj marcó dos veces seguidas medianoche. Seguramente la mayoría estaba durmiendo ya, otros tantos estabamos pendientes de ese suspiro más en un agonizante junio.

Lo que aún no logra la ciencia, una medida técnica lo hizo posible: el tiempo se detuvo por un instante.

Aunque pareciera nada, resulta que ese segundo le puede alcanzar a Usain Bolt para recorrer 10 metros, si se considera su récord mundial en los 100 metros de 9,58 segundos, al menos así lo indicó el diario El Clarín.

En teoría, un día dura 86 mil 400 segundos, aunque los científicos consideran que no fue así desde 1820 aproximadamente. Desde entonces, el tiempo se ha ido desfasando toda vez que la mayoría de los días tienen dos milésimas de segundo más que el día anterior, mucho menos que un simple abrir y cerrar de ojos.

“Aunque pueda parecer una cantidad insignificante, si se repitiera cada día durante un año y no modificásemos los relojes terrestres, llegaría un momento en que, por ejemplo, a mediodía sería de noche”, nos explicó la versión digital de ese diario argentino.

Ya he contado sobre mi manía con los números, así que no extrañará a nadie que esto del cambio de horario sea un pretexto más para jugar con ellos. Hay quienes nos revelamos a andar moviendo para adelante y luego para atrás las manecillas del reloj. Así que sí, también soy de esas que viven con la hora contrario al tiempo vigente.

Muchos le llaman “el horario de Dios”, osea el tiempo virgen que no ha sido trastocado o adecuado a conveniencia del ser humano. En lo personal, regresar a las noches oscuras me resulta menos pesado que cuando en abril duermo una hora que, nunca, nunca, puedo recuperar.

No voy a culpar al reloj por el sueño o las inmensas ganas de estar metida en la cama, enpijamada y abrazada al control de la tele, o del novio si es posible. Eso, tiene que ver más bien con nuestra memoria prehistórica que nos recuerda que los aires de “muertos” indican que es hora de invernar hasta que la primavera y el sol nos regresen la energía para salir a pasear.

Como lo que la madrugada de este lunes lo que menos tenía era sueño, indagué un poco sobre los efectos del Horario de Invierno que entró en vigor en las primeras horas del domingo, y esto fue lo que encontré en Muy Interesante:

1. El cambio horario de invierno produce efectos más suaves que el ‘jet-lag’, es decir ese fenómeno que sufre uno cuando atraviesa el Océano Atlántico y el Meridiano de Greenwich nos altera hasta siete horas del reloj.

2. Resulta que las personas con patologías, las mascotas y los bebés lactantes son de los grupos más afectados por el cambio de hora. Sin embargo, científicos coinciden en que, en definitiva, afecta más la modificación horaria del verano que la del invierno.

3. Desde la implementación de esta medida en México, en 1996, hasta mediados de este año, se dejaron de consumir 19 mil 460 Gigawatts-hora (GWh).

4. De acuerdo con la Secretaría de Energía (Sener), dicha cifra representa que desde la aplicación de esa medida, el ahorro de energía acumulado hasta abril pasado alcanzaría para alimentar a 11 millones de hogares durante un año, consumo equivalente a 289 kilowatts-hora bimestrales en promedio por hogar.

5. En 2012 la modificación en el cambio de horario en el país dejó un ahorro en el consumo de mil 41 Gigawatts-hora, lo que equivale a 85 por ciento del consumo anual de energía eléctrica del estado de Campeche.

6. Para 2014, el Horario de Verano iniciará de nueva cuenta el 29 de marzo.