La Onda

Un mal paso lo tiene hoy en la cama de la Beneficencia Española. Hace 40 años inició (sin querer queriendo) una nueva etapa en la literatura de Latinoamérica. Fue en 1969 cuando público “La Tumba”, una novela “preondera”, descrita así por él mismo. Y es que esta obra dio paso a “La Onda”, movimiento literario que distinguió a los jóvenes inquietos que alzaron la voz, refrescaron el lenguaje literario y revolucionaron a un México que no hacía mucho tiempo se había quitado el yugo de un dictador pero que, paradójicamente, había quedado ahora bajo el dominio de un partido hegemónico.

José Agustín, de origen acapulqueño, es un ícono de la prosa mexicana. Hoy está en Puebla, muchos celebramos su participación en festival de cine documental musical In Edit que organizó el ayuntamiento de Puebla. Muchos estamos apenados porque en plena visita haya terminado, groso modo, con la oreja rota, el cráneo golpeado y seis costillas rotas.

Cursaba la materia de “Literatura Mexicana” en mis años universitarios, cuando me topé con este autor rockero y con su obra célebre. Creo que cada libro siempre nos aporta algo y modifica nuestra visión de las cosas, amplia la gama de colores con que solemos ver la vida.

Entre “echarse un polvo”, whiskey, sexo, dinero y rebeldía propia de la edad, el libro del famoso Gabriel que es abordado por el insistente sonido de “clic”, abordó temas que aunque nadie hasta ese entonces había siquiera intentado escribir con todas sus letras, no significaba que no estuvieran (y sigan) ocurriendo, tales como el vacío, el suicidio, aborto, alcoholismo, drogas y sexo desenfrenado.

Justo en el quinto cuatrimestre de la carrera en Ciencias de la Comunicación, atravesaba por una de mis recurrentes crisis existenciales. Todos las tenemos, unos con mayor frecuencia que otros. Así pues, llegó a mi vida en el momento exacto en que creí que la sensación del vacío sólo existía en mis neuronas.

Con una historia que plasma la realidad de los jóvenes universitarios, no importaba si eran los ‘60 o el nuevo siglo que estaba comenzando, José Agustín me dio una luz en la oscuridad. Entonces comprendí que la condición humana es la misma al paso de las épocas. Los seres de ayer y hoy, sienten, se angustian y se ilusionan, sufren o gozan, se estresan y se calman, se rebelan, se conforman y se inconforman, se resisten o se adaptan.

Suele ocurrir que nos acordamos de la gente cuando pasa algo que causa sorpresa en más de diez. Así que ahora seguramente José Agustín se pondrá de moda. Aprovecha para leer: “Ciudades desiertas”, “De perfil”, “Tragicomedia” y “Cinco de chocolate y de fresa”.

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