Año bisiesto

Pues después de tanta tragadera (hay que ser sinceros) y brindis en pos del año que se fue y el que llegó, la cruda realidad nos alcanza tarde o temprano para recordarnos que hay que subirnos al carrusel de la vida y dejarnos sorprender por lo bueno y también lo  malo que nos deparen los 364 días que le resta a este año bisiesto.

Así es, además de toooodo lo que han endilgado a este 2012, el pobre también recibe la etiqueta de bisiesto, eso que ocurre con los días en el calendario cada cuatro años desde que un tal Dionisio “El Pequeño”, un monje de Turquía, encontró como solución al desajuste que se detectó por allá del año 200 (d.C) cuando se determinó que cada año dura 365 días con 6 horas, entonces para acomodar los “residuos” de tiempo, decidieron crear el 29 de febrero.

En medio de la confusión de los festejos de fin de año, me aventuré la última semana de 2011 a vacacionar con los diez integrantes de mi familia ampliada para conocer otro poco de la cultura maya. Eso si es un atrevimiento apocalíptico. En medio del griterío de mis sobrinos, hermanos, cuñada y cuñado, de nueva cuenta corroboré que el llevado y traído fin del mundo que ahora le achacan a Kukulcán, tampoco verá su realización en este año.

“No habla de catástrofe, ni destrucción, el número tiene que ver con un cambio de ciclo, una época de renovación, nada más”, nos decía uno de los guías que nos enseñó las maravillas de los antepasados que construyeron “tres veces” la impresionante Uxmal.

Entonces, de aquí y hasta más allá del 21 de diciembre de 2012, podemos estar tranquilos y seguir molestando al prójimo que nadie nos vendrá a llevar al infierno por eso, aunque eso sí, yo soy de las fieles creyentes en que la vida es karma y todo lo que va, regresa, así que como dice Alex Lora, “no hagas nada malo que no hiciera yo” o en otras palabras: no hagas lo que no quieres que te hagan.

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