Miguel de la Madrid

Cuando yo vine a este mundo, agonizaba el sexenio de José López Portillo como presidente de México. Las elecciones de 1982 estaban por imponer a Miguel de la Madrid Hurtado, nombre con el que crecí en mis primeros años, cuando aún no tomaba conciencia de lo que significaba el poder, la política y todos los enjuagues que el maridaje entre ambos conceptos conlleva.

Bien reza el dicho mexicano “No hay muerto malo ni novia fea”. Ahora que el señor ex presidente murió, llueven los mensajes en las redes sociales que desean que “descanse en paz” o que aluden a “lo bueno que era”, “el gran político que fue” o “lo mucho que hizo por México”. Yo no voy a escribir nada de eso porque, siendo honestos, ni lo conocí, ni le deseo el cielo ni el infierno. Creo más bien en el sabio karma y que “así le irá…”.

De los años en que De La Madrid gobernó al país, recuerdo cuatro cosas: el temblor de 1985, el mundial de futbol de 1986 y la llamada caída del sistema en 1988. De la crisis económica a la que todo mundo se refiere con él, no hablo porque creo que desde que nací la patria está en descomposición económica.

Lo que el sexenio de Miguel de la Madrid me enseñó fue el del derecho que como mexicanos tenemos para votar y elegir a quien se nos de la regalada gana, aun cuando la democracia haya sido secuestrada o sea una rebelde que se vende al mejor postor. Bendito Dios, mi papá no fue de esos que muchas amigas tenían y que decían que tenían que votar por el PRI o se quedarían sin trabajo. Aún en los peores años de la precariedad económica, mi mamá nunca cambió su credencial por un litro de leche o un kilo de tortillas.

Era 1988 y mi papá compraba La Jornada. Yo no sabía la importancia de que el tal Cuauhtémoc Cárdenas ganara o no en las votaciones de ese año pero escuchaba que era la opción para acabar con los dinosaurios del PRI. Y aquí debo aclarar que en esos días mi padre no formaba parte de ningún partido, como en ese entonces le iba al sol azteca, después simpatizó con los azules y años más tarde se unió a causas Panalistas.

En medio del bombardeo electoral, llegó el día de la elección y entonces escuchaba a todo mundo hablar de que se “cayó el sistema”. Como si se tratara de un partido de futbol, entendí que había perdido el equipo al que le íbamos y que ahora el nuevo presidente era Carlos Salinas de Gortari.

Hoy, quienes sí tienen memoria, recuerdan que fue el entonces secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid, el poblano Manuel Bartlett, quien ayudó a que en la elección de hace 24 años, votaran hasta los muertos.

“Recibí un país con grandes problemas y lo dejo con problemas”, fueron las palabras que el hombre que dejo de respirar a los 77 años víctima de enfisema pulmonar, pronunció al abandonar el poder y disponerse a disfrutar de una cómoda pensión que estaba estipulada en el Presupuesto de Egresos de la Federación. Según versiones periodísticas para este 2012, a cada uno de los 5 ex presidentes se le destinaría más de 41 millones de pesos este año. ¿Descanse en Paz?

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