Entre la felicidad y la primavera

Está claro que la felicidad es una actitud. Hace mucho aprendí que cada quien está como quiere estar. Que nadie puede hacer feliz o desgraciada a otra persona si ésta no lo permite. Este 20 de marzo se decretó por la ONU como el Día Internacional de la Felicidad. Y entonces hay que estar preparados para la lluvia de #buena vibra, #behappy y melcocha barata que inundará las redes sociales durante este viernes y todo el fin de semana.

Y es que a esta felicidad de dientes para afuera se suma la energía positiva de la Primavera que entra la tarde de este viernes. El equinoccio, ese fenómeno en que vemos descender a Quetzalcóatl de las escaleras de las pirámides, siempre es un buen pretexto para exorcizarnos de la mala vibra, y para ello no es necesario ir a Teotihuacán, Chichén Itza o Cholula, basta con creersela uno mismo.

Leía que en estos tiempos todos proclamamos la felicidad a los cuatro vientos pero es cuando más conflictuados con nuestro estado de ánimo estamos. En el mundo virtual solemos publicar en Facebook lo bien que la pasamos en el antro, de vacaciones, comiendo esto o lo otro, paseando con el novio o la familia. Se trata de vivir la vida loca, pero en los hechos, en la vida real, esa en la que interactuamos con ojos, pies y boca, la gente está triste. Estamos desolados y deprimidos.

A propósito del Día de la Felicidad y de la entrada de la Primavera, valdría acordarnos de Benito Juárez, ese oaxaqueño que dijo “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Creo que esa es la premisa de la felicidad.

Para rematar este cambio estacional, la madrugada de este viernes en el viejo continente se apreció un eclipse de sol que mantuvo a la población de España, Francia e Inglaterra con los ojos bien abiertos.

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