Intensa Mente

Cada cabeza es un mundo. Nunca esta frase ha tenido más sentido que ahora que intento escribir de Intensa Mente (Inside Out), la nueva película de Pixar que está conmoviendo a grandes y chicos. En ese orden.

Aunque los humanos experimentamos un universo de emociones todas ligadas entre sí, los creadores de esta cinta (los mismos que Buscando a Nemo, Monster Inc. y Up: una aventura de altura) se limitaron a centrar la trama en cinco: Alegría, Tristeza, Desagrado, Furia y Temor.

Más allá de la psicoterapia a la que pocos recurren – por la obsoleta creencia de que no están locos – Intensa Mente es un buen acercamiento al campo de la neurología y la psicología: dos puertas que las minorías se atreven a tocar y que sólo los valientes alcanzan a abrir.

Y es que creo que a todos nos gusta hablar de dientes para afuera de lo felices que somos o de los momentos alegres, también llueven conversaciones sobre lo que nos desagrada, lo que reprobamos, nos resulta intolerante o nos cae mal. A todos nos resulta fácil cubrir la tristeza o el miedo con alguna cara de enojo, gritamos o hacemos berrinche porque las cosas no salen como queremos.

Lo que intenta decirnos Intensa Mente es que hay que enfrentarnos a la tristeza o al miedo. No sintiéndonos fuertes e invencibles, sino todo lo contrario, rendirnos a las emociones, dejarlas fluir y aceptar que somos vulnerables. Que desde esos oscuros recovecos de la mente, una luz se asomará y nos guiará por un camino de aprendizaje.

La alegría está sobrevalorada. No se puede andar riendo por la vida todo el tiempo. Eso no es normal. La tristeza está subestimada. De ahí el cliché barato que después de la tormenta sale el sol. Pero hay que sentir la lluvia, sin paraguas.

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