Ciudad de mujer, ciudad de Dios

Lesly Mellado May

Andamos de estreno en la ciudad de Puebla. Llegó un nuevo alcalde y se nos fue la primera señora presidenta.
Algo comparten ambos, llegaron a instalarse al palacio municipal apuntalados por la esperanza de quienes fueron a las urnas pensado que ahora sí las cosas iban/van a cambiar.

El saldo de Blanca Alcalá Ruiz es negativo. Pasará a la historia como la primera mujer en la alcaldía, pero no como la mejor; y es que la fisonomía de la ciudad sigue igual.

Recuerdo su campaña y las mujeres que se arremolinaban en torno a ella: muy empoderadas. También las pláticas de camión en las que decían que las mujeres son más responsables, menos corruptas y más sensibles, por lo que esa señora de la Campaña Blanca iba a gobernar mejor.

Al final, su gestión se limitó a sacar los asuntos de rigor sin dar el plus que pensaban tendría por ser mujer.

Error, ser bueno o no en un trabajo o puesto no depende del sexo.

Ahora nos llega un panista, Eduardo Rivera Pérez, que la noche en que ganó la elección tenía cara de “no lo creo, ¿si gané yo?

En su primer discurso como alcalde, este 15 de febrero pidió a las iglesias sumarse a sus proyectos de participación ciudadana y se acogió a la ayuda de Dios para gobernar. Palabras fuera de lugar que nada tienen que ver con los asuntos públicos.

He tenido la oportunidad de conocer varias ciudades del país y la infraestructura de Puebla es por demás precaria. Habría que ponerse serios y en lugar de pensar en la ciudad de mujer y la ciudad de Dios, hay que ponernos a hacer ciudad.

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