Semillero de misóginos

Lesly Mellado May

La campaña mundial 16 Días de activismo contra la violencia de género, desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre, ha movilizado a miles de personas mediante el hashtag #MeToo (#YoTambién) y otras campañas, denunciando la magnitud del acoso sexual y de otras formas de violencia que las mujeres sufren todos los días en todas partes del mundo

La necesidad de apoyar a las personas en situación de mayor vulnerabilidad es una de las prioridades que incluye el tema de este año, “Que nadie se quede atrás: Pongamos fin a la violencia contra las mujeres y niñas”, del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre).

Todos coinciden: Romper el silencio es el primer paso para transformar la cultura de la violencia de género.

Pero quizá existe un matiz y es la educación de los niños.

¿Cómo pedirle a un joven o adulto que no violente a las mujeres si desde muy pequeño le es permitido que las llame babosas, las golpee y hurte sus cosas sin que exista siquiera una mirada inquisitiva de sus padres?

Niños agrediendo a niñas en el nivel preescolar es un asunto cotidiano, agravado porque esta generación de padres (como ninguna otra) se abstiene de poner límites a sus vástagos.

El desparpajo con el que agreden llega al extremo de realizar agresiones a las niñas incluso frente a la presencia de los padres, que lejos de corregir, algunos se quedan impávidos sin saber qué hacer y otros lo celebran para sus adentros con un gesto de “ese es mi cachorro que está aprendiendo a mandar”.

Algunos padres llegan a presumir que sus hijos se golpean y se aguantan porque son muy hombres, y luego se indignan cuando se les inquiere: ¿acaso se llaman Caín y Abel?

También hay actitudes permisivas en la escuela: ¿por qué sigue matriculado un niño que ya mordió, golpeó e insultó a cuanta niña y maestra se le puso enfrente?

Y otra cara del prisma: las madres de los niños agresores. Están algunas en total desacuerdo con las acciones violentas de sus hijos pero no los pueden corregir porque los padres “se enojan”; las que pretenden corregir la violencia con violencia; las que están más ocupadas por cuidar a sus maridos que a sus hijos; y algunas más que tienen todo el deseo de cambiar pero no encuentran una red de apoyo para lograrlo.

¿Quieren conocer a un misógino en ciernes?

En una fiesta escolar, un niño golpeador se acercó a un grupo de madres y les soltó:

-“Ustedes son babosas”.

-¿Por qué?

-Porque son mujeres.

-¿Quién te dijo eso?

-Mi papá.

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