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El encaje de Ángeles

Martes, 28 de Julio de 2009

Lesly Mellado May

Los que tienen dinero dicen en público que lo único que hace falta para concretar los propósitos es voluntad y corazón, al menos eso reza el encaje de Ángeles.

En privado saben que no es así, que cuando se tiene que limpiar una fortuna y ganar eternidad es necesario promocionar obras de caridad y controlar al círculo rojo.

Este último fue el empeño de Ángeles Espinosa Rugarcía. El pasado 20 de julio develaron en el zócalo una escultura en su honor y en el Congreso fijaron con letras de oro Ángeles Espinosa Yglesias, su nombre de pila con los apellidos de su padre, acusado de explotación, especulación e incluso venta ilegal de alcohol.

En octubre de 2007, Jacobo Zabludovsky difundió por la radio: “Una persona ha muerto en México a causa del estifilococo aureo. Es la primera vez que se da a conocer públicamente la muerte por esta bacteria que ha causado más 100,000 casos en Estados Unidos. No se trata de una persona cualquiera –según la información cuya fuente no puedo revelar, pero que es totalmente confiable–, la señora Ángeles Espinosa Yglesias, hija de don Manuel Espinosa, falleció la semana pasada en el Hospital Inglés, por el estafilococo aureos”.

Ángeles Espinosa Yglesias era una persona totalmente sana, fue a un chequeo general en un hospital de Boston, le hicieron una biopsia del hígado y parece ser que allí le fue contagiado el estafilococo, que es más contagioso y mortal que el SIDA”, indicó.

Tras la muerte de la mujer, muchos escribieron halagando sus aportaciones a la reparación de los templos afectados por el sismo de 1999 (obras sobrefacturadas y que sirvieron para deducir impuestos) y su labor en el Museo Amparo (en el que hay que pagar para entrar porque no es beneficencia).

Pero nada se dijo de su lado oscuro, el que todos tenemos. La encontré varias veces justamente en el Museo Amparo donde llevaba a sus amistades para presumir sus exposiciones, como se hace con un avión o una residencia. La escuché decir que no regalaba la entrada al museo porque lo regalado no se aprecia, y también estuve presente en escenas bochornosas: humillaba a sus trabajadores y trataba a funcionarios estatales y federales como si fuesen sus empleados.

Las humillaciones eran toleradas, decían gustosos los afectados, porque la señora era muy bondadosa y regalaba millones para la conservación del patrimonio cultural de Puebla.

Millones cuyo origen fue severamente cuestionado por Teresa Bonilla, investigadora de la BUAP, quien documentó las andanzas de la dupla William Oscar Jenkins-Manuel Espinosa Yglesias.

Ángeles fue hija de uno de los banqueros más importantes de este país, un hombre que explotó a campesinos y obreros en el ingenio de Atencingo, y que vendía clandestinamente alcohol al mercado norteamericano, por citar algunas de sus actividades.

Tomando en cuenta que algunos de esos millones fueron destinados a obras de “caridad”, significa que: ¿la fortuna está limpia?, ¿se justifica explotar a los pobres para luego utilizar lo que se les quitó a favor de la cultura?

Alguna vez escuché a alguien decir que las fundaciones Amparo y Mary Street Jenkins, en realidad debían llamarse “cañeros y obreros de Atencingo” porque los recursos de éstas fueron conseguidos a base de su explotación.

¿Se merece Ángeles que su nombre haya sido colocado en el Congreso y que en su recuerdo se haya instalado una escultura en el zócalo?

Ambas acciones generan escozor.

La escultura en el zócalo fue cuestionada por algunos amantes del centro histórico, quienes tuvieron respuesta. Uno de los defensores de Ángeles respondió que el elemento contemporáneo elaborado por Jan Hendrix va bien con el entorno histórico, casi casi como la pirámide de cristal en el museo del Louvre (sic).

En la base de la escultura, que evoca un encaje según el propio autor, se inscribió una frase de la hija del banquero en la que habla de la permanencia de las obras hechas con el corazón.

Los turistas se toman la foto con la pieza, dicen que es chistosita, curiosita, que parece un kiosko, un encaje, un árbol…

Pero qué hay de quienes solemos sentarnos en el portal Morelos, en lugar de la fuente de San Miguel ahora tenemos como paisaje el encaje de Ángeles.

Y ahora sí como dijera la sabiduría popular: está bueno el encaje, ¡pero no tan ancho!

Estrellas bordadas en lentejuela

Miércoles, 11 de Marzo de 2009

Lesly Mellado May

El Complejo Cultural Universitario de la BUAP resultó como una gran caja de regalo cuidosa y costosamente decorada y de grandes dimensiones, pero cuando la abrimos, dentro no había más que un par de calcetines chinos estampados con flores de colores fluorescentes que se mercan en cualquier tianguis sobre ruedas.

Ese fue el comentario de un universitario ilustrado, indignado por la política cultural que guía el nuevo recinto ubicado en la zona “nice” del área metropolitana.

Y su ira no es para menos, al abrir el sitio www.complejocultural.buap.mx lo primero que aparece es la publicidad para un concierto de Enrique Iglesias, y después, una gran foto de Niurka y los Mascabrothers promocionando “El tenorio cómico”.

Hasta la semana pasada, los anuncios no tenían la leyenda que hoy se puede leer “evento externo al complejo”; quizá se pusieron como parte de un conjuro para mitigar las críticas por la organización de espectáculos de dudosa calidad en la que llamamos la máxima casa de estudios del estado.

El recinto que costó 800 millones de pesos, según la versión oficial fue creado para: “Promover y difundir el arte y la cultura; así como integrar el conocimiento científico y tecnológico de la comunidad universitaria, con la finalidad de cimentar valores que permitan actuar e interactuar con sensibilidad, conocimiento y calidad humana ante la sociedad y todos los exponentes de la cultura. Desarrollando el humanismo crítico como parte de nuestro quehacer y compromiso Universitario”.

Tal vez por culto al humanismo crítico, en la BUAP se presentará Adal Ramones con sus monólogos tour 2009; y se promociona como si fuera propio un seminario organizado y realizado en el Museo Amparo. A esto súmele el Campeonato Mundial de Marcas, FIA WTCC Race of México; exhibición de autos y banderazo de salida, el próximo martes 17 de marzo.

De la BUAP hay dos espectáculos: el ballet folclórico y dos funciones de la obra de teatro “Zorros chinos”, un homenaje a Emilio Carballido, dirigida por David Ramírez. Lo que se agradece es la Muestra Internacional de Cine, que cabe decir también exhiben salas comerciales.

La fascinación del rector Enrique Agüera por la cultura televisiva es bien conocida y está documentada. Una que me tocó presenciar fue la entrega de un premio a la India María. La alta jerarquía universitaria esperó que la prensa se marchara para recibir en el tercer patio del Carolino a la cómica como parte de los festejos de la mujer universitaria en 2006.

Lilia Cedillo, vicerrectora de Extensión y Difusión de la Cultura, declaró una joya de la antropología nacional: “Le damos el premio porque la India María ha ayudado a dignificar la imagen de los indígenas”.

Para iniciar el ciclo escolar 2008, Agüera ofreció a los estudiantes de nuevo ingreso una presentación de los Mascabrothers en el polideportivo Ignacio Manuel Altamirano. Y las fotos no tienen pierde: el deleite de él y sus funcionarios resulta  envidiable para quienes sólo pueden ver a los cómicos a través de la televisión.

Aunque en la página web del Complejo Cultural Universitario se justifique que el concierto de Enrique Iglesias y “El tenorio cómico” no son eventos de la BUAP, yo preguntaría por qué tienen sitio de privilegio en la cartelera.

Iglesias, Ramones y los Mascabrothers son parte de la cultura fabricada por la televisión, por qué un espacio de la universidad pública es utilizado por ellos… Tal vez son expuestos ante los universitarios para que hagan un análisis científico sobre la capacidad desbordada de algunos humanos para decir idioteces.

En lo privado nos puede o no gustar la cultura de masas, pero si se trata de política cultural universitaria habría que refinarse ¿o no?