MARTHA ERIKA Y EDUARDO RIVERA, DESTINO ATADO Y LUCHA DESDE LA MISMA TRINCHERA

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Ante la rigurosa fiscalización de los gastos de campaña, en todos los partidos los candidatos han optado por hacer mítines y recorridos en solitario y compartir solamente algunos con sus correligionarios. Y es que el Instituto Nacional Electoral (INE) puede sumar las erogaciones de un mismo acto a los dos candidatos que compartan escenario, lo que pega más a quien menos tope tiene.

En la alianza Por Puebla al Frente, que encabeza el PAN, la abanderada a la gubernatura, Martha Érika Alonso, y el candidato a la alcaldía, Eduardo Rivera, han asumido en paralelo sus caminos en distinto rumbo, por estrategia, pero no por la versión absurda de que entre ellos hay diferencias o que el morenovallismo anhela la derrota del ex alcalde.

Los dos tienen el destino atado y comparten trinchera.

La derrota de uno significa muy probablemente la debacle del otro, y eso ambos grupos –que al menos por el momento han sido capaces de poner de lado las diferencias y empezar curar las heridas de los encontronazos- lo tienen claro.

Este jueves, Martha Erika Alonso y Eduardo Rivera estuvieron juntos en un acto en la colonia Guadalupe Hidalgo, en la capital poblana, y se les verá así en pocas ocasiones.

Nadie debe sorprenderse de ello.

En los últimos días, lenguas y plumas malintencionadas han especulado que el morenovallismo le pone el pie a Eduardo Rivera para que no gane.

Sin embargo, la razón es otra y muy específica.

“Lalo” no va a los actos de campaña de Martha Érika porque presentarse y hacer uso de la palabra, por ejemplo, de súbito le disminuiría el margen de maniobra en sus gastos permitidos y fiscalizados.

Él tiene un ridículo tope de 3 millones 160 mil 308.74 pesos y ella de 35 millones 851 mil pesos, por obvias razones.

Por supuesto, si a Rivera Pérez le adjudican el desembolso de algún acto que comparta con ella, masivo o no, a quien le resta proporcionalmente mucho más y lo pone en riesgo es a él.

El candidato a la alcaldía capitalina debe ser muy cuidadoso y medir bien sus intervenciones.

Debe cuidar con lupa su contabilidad.

Si habla en un mitin de Martha Érika, el INE se lo fiscaliza también a él.

A diferencia de lo que algunos pudieran pensar, Alonso Hidalgo siempre ha invitado a Eduardo Rivera a los actos que tienen lugar en esta capital y ocasionalmente, como este jueves, estarán juntos.

La trinchera es solamente una.

Con 33 por ciento del total de la votación del estado concentrada en la capital, invariablemente, la suerte de ella la corre él.

Hay equipo, pero también estrategia en los números y las cuentas.

Ayer quedó claro, clarísimo, y más de uno tuvo que tragarse sus palabras y sus maledicencias.

OPERATIVO TEXMELUCAN Y LA FUERZA DEL ESTADO

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Más allá de los amagos y las declaraciones rimbombantes, el gobernador Tony Gali demostró que no le tiembla la mano contra la delincuencia, con el operativo en San Martín Texmelucan, que dejó 133 elementos y dos mandos de la Policía Municipal detenidos y presentados ante la Fiscalía General del Estado, por su presunta colaboración con el crimen organizado.

A diferencia de acciones similares que se han dado por el país, en San Martín es la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del gobierno del estado, que encabeza Jesús Morales Rodríguez, y no las fuerzas federales o las armadas, la que quedó a cargo de la vigilancia, vía decreto constitucional.

En este tema aún se tendrán que deslindar responsabilidades, pero hubo claridad en la acción del gobierno de Gali, quien este jueves reiteró que se mantendrá la mano firme y se castigará con todo el peso de la ley a los policías y funcionarios con nexos con la delincuencia.

La grave descomposición, con la aparición de cuerpos desmembrados en varias ocasiones en esa ciudad y la presunta colusión entre policías y criminales, hacía ya insostenible que la seguridad estuviera en el ámbito del municipio.

El Estado hizo valer su autoridad y no hay nadie que lo dude ni regatee la decisión del gobernador.

En el tema de las responsabilidades, muchas dudas surgen acerca de la actuación del alcalde Rafael Núñez Ramírez, un auténtico lastre.

¿Fue omiso?

¿Fue incapaz?

¿Es cómplice?

En las tres hipótesis, la respuesta es gravísima.

Y debe haber consecuencias.

(Por cierto: que pongan sus barbas a remojar otros jefes policiacos municipales que, como en Texmelucan, duermen en los brazos de la delincuencia).

gar_pro@hotmail.com

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