BARBOSA, LA ENORME PIEDRA EN EL ZAPATO DE AMLO

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Andrés Manuel López Obrador se convertirá en presidente electo el próximo miércoles, cuando el TEPJF le entregue la constancia de mayoría. Cada día avanza más en la “reconciliación nacional”, muestra de ello fue su reunión con José Antonio Meade, y en la construcción de la “cuarta transformación”. Sin embargo, el caso Puebla y las imprudencias de Luis Miguel Barbosa se han convertido en el único lastre de esa ruta. El sábado, en reunión con sus seguidores, el candidato derrotado atoró al tabasqueño en un innecesario brete, al adelantar que la anulación del proceso “depende de la voluntad política” de AMLO y no necesariamente de los méritos de su impugnación. Será un deseo presidencial –o un manotazo presidencial- y no la ley, según sus palabras, lo que le dará la “razón”.

El dicho del senador ex perredista con licencia contradice la versión de que su recurso es fuerte y reconoce públicamente que el caso se definirá en el terreno de la influencia y el peso político del nuevo Presidente de la República.

Menosprecia y ningunea así a los magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), a quienes ha llegado a acusar de deshonestos para de inmediato rectificar y asegurar que, pese a ello, sigue confiando en ellos.

“Apunta todo a que se va a anular (la elección). ¿Pero depende de qué? De la voluntad política del próximo Presidente de México. Y hasta ahorita la voluntad política es muy clara, a ver: lo expresó de manera muy respetuosa y hay que entenderlo que se aplique la ley, así hay que entenderlo, pero necesitamos la voluntad política”, dijo con soberbia el candidato perdedor, quien sigue argumentando que su recurso de impugnación es “sólido”.

Voluntad política” más que méritos jurídicos. Así debe traducirse la advertencia del ex perredista.

(Consultar minuto -14:42 de https://www.facebook.com/LMiguel.Barbosa/videos/1951235124928139/)

Barbosa tuvo un intenso sábado en el que se reunió con artesanos, cafetaleros, abogados, empresarios, médicos y constructores -según su propia descripción-, primero, y con organizaciones de mujeres, después.

Ahí dio muestras de su desesperación por las dos malas semanas para él y sus pretensiones de que se repita la elección, pues desde las instituciones que califican también el proceso fueron recientemente abatidos dos de sus principales argumentos de impugnación.

El Instituto Nacional Electoral (INE) concluyó que la gobernadora electa Martha Érika Alonso Hidalgo no rebasó los topes de gastos de campaña.

Días antes, el TEPJF perfiló el precedente de que la violencia registrada el 1 de julio en Puebla no fue determinante en los resultados.

Para colmo de los barbosistas, la Fiscalía Especializada en la Atención de Delitos Electorales (FEPADE) reiteró que el supuesto laboratorio electoral del Hotel M&M, para presuntamente alterar actas, es un invento de las violentas huestes del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que irrumpieron en la búsqueda de fantasmas que solamente ellos vieron.

Tres strikes al hilo que, en las reglas del béisbol, determinan que el bateador está ponchado.

En este contexto, efectivamente el caso Puebla se está convirtiendo en una enorme mancha, pero para el triunfo claro y democrático en las urnas de López Obrador.

Si atendemos a las palabras de Barbosa, si se anula la elección para gobernador, será por designio de López Obrador, solamente por eso.

Ese matiz al proceso 2018 que ha sido calificado incluso internacionalmente como ejemplar, lo aportan los barbosistas con su desconocimiento de las autoridades constitucionales del estado.

Con el rechazo a avanzar en las agendas de entrega-recepción con las autoridades electas de Puebla.

Con la parálisis que advierte va a generar la mayoría lopezobradorista en el Congreso local.

Con el bloqueo de los asuntos que tocan a Puebla desde el Congreso de la Unión, con sus bancadas mayoritarias en el Senado y en San Lázaro.

Con el daño, por ejemplo, que en lo inmediato causarán a las finanzas públicas y el crecimiento interno del estado, si los diputados federales afines a Barbosa siguen su línea y bloquean la obtención de recursos adicionales en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2019 para la administración alonsista, si el TEPJF ratifica el triunfo de Martha Érika.

El caos total en Puebla, que es completamente disonante con el esfuerzo y la actitud conciliadora de López Obrador.

Dicho está, entonces.

Advertido y reconocido ha quedado ya por Barbosa.

La ley no importa en este caso.

Solamente la –sacrosanta- voluntad del Presidente.

Mala señal sería para el demócrata Andrés Manuel López Obrador comenzara así la “cuarta transformación” de México.

gar_pro@hotmail.com

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