SNTE, Eric Lara, Cirilo Salas y la sombra de la corrupción

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Más que la división y la ambición política, la sombra de la corrupción será lo que marcará el proceso para renovar las dirigencias de las secciones 23 y 51 del SNTE.

Y es que tanto Eric Lara Martínez como Cirilo Salas Hernández, los actuales secretarios generales, respectivamente, tiene una cola más larga que la del pan en Navidad.

No por nada, ambos, por separado –claro-, han empezado a maniobrar para tratar de imponer a sus incondicionales y, así, cubrirse las espaldas sobre algunos oscuros episodios de su pasado reciente.

Saben que si pierden y uno de sus rivales internos (Jorge Rodríguez Méndez, Cupertino Alejo Domínguez, Óscar Emilio Carranza o Gustavo Espinosa) logra apoderarse del mando sindical, no sólo serán desplazados del poder, sino sujetos a procesos administrativos, y hasta penales, que no son como para andarse presumiendo.

Hostil y lenguaraz por naturaleza, Eric Lara, por ejemplo, ha intentado por estos días ocultar todas las evidencias que -para su desgracia- existen sobre el millonario desfalco a buena parte del magisterio poblano con el famoso fondo (o seguro) de retiro.

Las triangulaciones y el movimiento del dinero conducen a una trama que sería la envidia de los cerebros del caso Monex o Soriana.

El asunto, vivo todavía al interior de la sección 23, va a cambiar sin duda el rumbo de una elección que el profesor cree tener ya bajo control.

Sentado en un barril de pólvora, finge demencia y hasta se burla de quienes en el comité sólo aguardan el momento idóneo para empezar los fuegos pirotécnicos.

En una situación similar está el camarada Cirilo Salas, con un liderazgo tan endeble que, a la fecha, “nada más” hay 18 aspirantes a sucederlo en el cargo que le regaló la profesora Gordillo.

Preocupado por esta polarización, que no logró contener cuando pudo, hace dos fines de semana intentó sobornar a una treintena de los integrantes del comité de la sección 51, mandándolos con todos los gastos pagados a un viaje de placer al puerto de Acapulco.

Todos aceptaron gustosos y se la pasaron de lo lindo. Pero a don Cirilo, el tiro le salió por la culata: sólo provocó que sus enemigos tuvieran tiempo y espacio para ponerse de acuerdo en la forma de exhibir sus corruptelas y para unir fuerzas en su contra con el fin de impedir que logre extender su poder, como pretende.

Hay rebelión en ciernes y la mecha es corta, muy corta, tanto que ambos secretarios generales van a salir tatemados.

De hecho, ya hay quien considera que el 17 y 18 de septiembre, cuando los profesores elijan a sus delegados, y entre el 19 y el 21 del mismo mes se renueven los comités ejecutivos seccionales, habrá gritos y sombrerazos, por lo que el tema ya debe ser considerado dentro de la agenda de riesgos a la gobernabilidad del estado de Puebla.

Así de descompuestas están las cosas en un SNTE, que gracias a Eric Lara y Cirilo Salas, huele a desorden, imposición y corrupción a kilómetros de distancia.

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Además de sus conocidas transas en la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo en Pequeño de Puebla, que ya son motivo de un expediente abierto en la Secretaría de Economía del gobierno federal, Bernardo Bojalil es el encargado de defender a los tristemente célebres Laboratorios Médicos Semin XXI.

Es una especie de “abogado del diablo”, pues en sus oficinas recibe las demandas laborales, que son comunes en dicha empresa, y las manipula de tal forma que la gente que sale despedida, se queda sin un peso, sin su liquidación y hasta sin su quincena.

Según cuentan algunas de las víctimas, de entrada, al firmar el contrato, la empresa obliga al trabajador a firmar su renuncia; en ella, se establece que se retira “por decisión propia” y que Semin XXI no le debe nada.

Junto con sus secuaces, Bojalil cobija a una compañía que, hasta donde está documentado, no cuenta con los permisos oficiales para realizar estudios de Rayos X ni cualquier otra radiación.

Peor tantito: existen denuncias lo suficientemente serias sobre negligencia médica en agravio de varios pacientes, sobre todo en la sucursal de la 24 Sur y Circuito Juan Pablo II.

Acusaciones de las que, por cierto, los inspectores de la Secretaría de Salud hacen caso omiso.

Así que el “dirigente” de la Canacope resultó una finísima persona, pues ni mandado a hacer su papel de aboganster para proteger a una empresa explotadora, con reportes de abuso laboral y malos diagnósticos médicos que han puesto en riesgo la vida de varios pacientes.

Bien dice el dicho: Dios los hace y ellos se juntan.

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¿Qué pasó con la auditoría realizada a la Unides?

¿Por qué intervinieron personas cercanas a Enrique Peña Nieto para que el resultado de la misma aún no haya trascendido?

¿Dónde consiguieron las facturas falsas para “justificar” todo el cochinero?

¿Qué papel jugaron los auditores de la Contraloría para tratar de tapar la cloaca del impoluto José Ojeda?

Pronto, todas las respuestas de la bonita novela: “Nadie está por encima de la ley”.

gar_pro@hotmail.com

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