Felipe Calderón: entre Londres y la OEA

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Si alguien está pensando que Felipe Calderón Hinojosa se irá a su casa acabando su sexenio, es muy probable que esté cometiendo una equivocación.

Fuentes muy cercanas al mandatario afirman que, a sus 50 años de edad, el todavía presidente de México se ve con todo el vigor y la fuerza para seguir adelante en su carrera política.

Ya lo fue todo, o al menos todo lo que un hombre de poder puede ser en este país, pero todavía hay más, mucho más, en su horizonte.

Animal político, enamorado del poder y sus beneficios, Felipe Calderón no es un individuo que esté analizando jubilarse tras entregarle el mando al priísta Enrique Peña Nieto.

Adicionalmente, el saldo trágico de su gobierno –que según los cálculos cerrará con 60 mil muertos, producto de una guerra necesaria pero pésimamente gestionada contra el narco-, lo harán vulnerable desde el punto de vista político y, tal vez, jurídico.

No es ningún secreto que organizaciones de derechos humanos y entidades no gubernamentales a nivel nacional e internacional, intentarán llevarlo a tribunales mediante acusaciones de crímenes de lesa humanidad.

Procedan o no los procesos, serán motivo suficiente para al menos quitarle el sueño.

Por eso, Felipe Calderón no sólo busca desesperadamente trascender a través de su esposa, la señora Margarita Zavala, a quien ya impulsa o para encabezar el Comité Ejecutivo Nacional del PAN o como candidata a la Presidencia de México en 2018.

Un acuerdo con Peña Nieto, desde antes de la elección del pasado 1 de julio, le estaría asegurando la Embajada de México ante Gran Bretaña e Irlanda del Norte, con sede en Londres.

Uno de los lugares más seguros –diplomática, política, jurídica y físicamente- del mundo y al que, en su momento, fue enviado el ex titular de la PGR Eduardo Medina Mora por idénticas razones.

Un cargo al que el actual presidente llegaría una vez que el gobierno de Peña Nieto empiece a generar sus primeros resultados.

Una clara expresión, sí, de los pactos al más alto nivel y de una relación que ya era estupenda pero que en las últimas semanas llegó a niveles nunca antes vistos: ¿o qué decir del gran pequeño detalle de prestarle al mexiquense el avión presidencial para su reciente gira por Alemania, Gran Bretaña, España y Francia?

Después de todo, no sería la primera, y seguramente tampoco la última, vez que un ex jefe del Ejecutivo mexicano sea designado por su antecesor como embajador del país en el extranjero.

Pero eso no es todo: hombre, sin duda, visionario, Felipe Calderón no se confía. Sabe que en política, las cosas no suceden hasta que suceden.

Tal vez por eso se le ha visto últimamente tan interesado en la OEA, la Organización de Estados Americanos cuyo Consejo Permanente, por cierto, preside México hoy a través de Joel Antonio Hernández García.

Calcula que le alcanza para, en su momento, ser el relevo de secretario general, el chileno José Miguel Insulza, un tema que Felipe Calderón no olvidó cabildear en su gira del pasado mes de septiembre por Nueva York y Washington, lugar este último donde se encuentra la sede de la OEA.

El último antecedente al respecto es el del Dr. Luis Ernesto Derbez, actual rector de la UDLAP, quien casi al final del sexenio de Vicente Fox, ya como secretario de Relaciones Exteriores –ante lo fue de Economía-, intentó, sin éxito, encabezar al organismo regional más antiguo del mundo.

Evidencias de que Felipe Calderón no es un político que se ve inactivo a corto plazo, ha habido por montones.

Ahí está, por ejemplo, el hiperactivismo en torno a Margarita Zavala.

Pero, de hecho, desde la campaña de Josefina Vázquez Mota, quien sigue resentida con él y sin perdonarle lo que ella llama “su traición”, envió señales de ello.

La más obvia fue cuando la entonces candidata del PAN aseguró que si ganaba la elección, Felipe Calderón sería el titular de la Procuraduría General de la República.

Hoy, por todo eso y más, su camino está entre Londres y la OEA.

gar_pro@hotmail.com

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