Que el domingo, tras su cierre de campaña, Enrique Agüera sostuvo una reunión privada con sus principales operadores en el hotel Quinta Real; ahí se les fue encima por los evidentes errores y la pésima organización del mitin en el zócalo capitalino. Los más regañados fueron Rafael Torres Rocha, Manuel Alonso y Citlali Ceja, en quienes el candidato de la alianza 5 de Mayo depositó toda la culpa. Cuentan que al que casi corrió del lugar fue al dirigente de los telefonistas en Puebla, que también estuvo en el cónclave. También se quejó del desorden con la gente de San Miguel Canoa, que falló a pesar de que se les pagó. Tan enojado estaba que aprovechó para echar en cara a los delegados federales su falta de apoyo.
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Que a esta reunión, de la que Puebla Unida tuvo santo y seña, con reporte por escrito incluso, también asistieron al menos dos delegados federales: uno de ellos Alberto Jiménez Merino, de la Sagarpa, y el otro, el tristemente célebre Juan Manuel Vega Rayet, de Desarrollo Social y de quien este martes se conoció un escandaloso audio en el que queda claro que desde su nombramiento por parte del gobierno federal, no ha tenido una, sino las dos manos metidas en las campañas del PRI, haciendo uso de los recursos de la dependencia encabezada por Rosario Robles. -Y luego dicen que la campaña del PRI no estuvo infiltrada de principio a fin-.
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Que por increíble que parezca, y para sorpresa de muchos en el PRI, fue Agüera, a través de su amigo, compadre y estratega de cabecera, Luis Rossano, el principal opositor… ¡a la campaña de contraste en contra de Rafael Moreno Valle! Hasta el último minuto, el equipo del candidato del PRI-PVEM intentó convencer al delegado Fernando Moreno Peña de “lo innecesario” de golpear al gobernador con la Rueda de Observación, RUTA o el CIS. Hubo incluso una petición directa para no subir los spots, pero el delegado hizo caso omiso e incluso le quitó tiempo-aire en estaciones de radio para difundir la –tardía- campaña contra Moreno Valle. Pero la actitud del equipo agüerista causó muchas, muchas cejas levantadas en el edificio priísta de la Diagonal.
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Que con la declinación de facto del “Profe” Ceballos a favor del PRI y de cuatro diputados de los distritos de Puebla, el más afectado será el PT, que regresará a su piso electoral, que no es superior a 1.6%, muy por abajo del 2% exigido por la ley para tener un regidor plurinominal en el municipio. Así que la genial jugada del compadre de Mario Marín, Ceballos, podría dejar a los camaradas maoístas de Alberto Anaya sin representación en el Cabildo capitalino; de hecho, será Zeferino Martínez quien deberá pagar los platos rotos, cuya regiduría está al borde del abismo. Pero como dice el dicho: tanta culpa tiene el que mata a la vaca como el que le agarra la pata.
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Que faltando mes y medio para el final de la campaña, importantes emisarios de la coalición Puebla Unida y de la alianza 5 de Mayo hicieron un pacto no escrito: no meter a la BUAP en la guerra sucia. Pero más allá de que ambas partes han cumplido el acuerdo, al que no fue ajeno el rector Alfonso Esparza, y de que hasta hoy han honrado su palabra, la interrogante que queda es una: ¿Y qué otros pactos –ni tan secretos- suscribieron las dos fuerzas en colisión mientras el respetable público se divertía, como en el circo, viendo saltar a los acróbatas y riendo con los payasitos en este, tal vez el proceso electoral con más claves y acertijos de toda la historia de Puebla? La duda mata.