PAN: LA MADRE DE TODAS LAS GUERRAS

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Ya suenan cerca los tambores de la madre de todas las guerras en el Partido Acción Nacional, una confrontación a la que Puebla no es ajena y que decidirá el futuro inmediato de este instituto político que cuando tuvo el poder no supo qué hacer con él y cuando lo perdió, tampoco supo cómo ser la oposición que México reclama ante el regreso del presidencialismo omnímodo, autoritario y monárquico representado por Enrique Peña Nieto.

Mientras Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero, Juan Manuel Oliva y el grupo Panistas por México parecen decididos a formar un frente unido para tomar por asalto el poder en el PAN, alimentados por un ex presidente Felipe Calderón cada vez más activo y entrometido, del otro lado aparece un Gustavo Madero enfilado hacia la reelección y arropado por una estructura partidista consolidada que incluye a gobernadores y operadores electorales de probada eficiencia.

Y si bien Josefina, Cordero y Oliva han sumado fuerzas para ir todos unidos contra Madero y hasta han hecho de lado sus diferencias y golpes bajos, con el fin de sentarse a la mesa en busca de un acuerdo, carecen de una estructura electoral real que los haga competitivos en el terreno de la batalla. Solo Oliva, acaso, puede presumir de contar con un ejército de base para más o menos dar la pelea, pues además ha sabido aglutinar a una parte de El Yunque, no a todo. Pero del resto poco o nada hay que destacar.

El TUCOM (Todos Unidos contra Madero) presume de contar, por ejemplo, con el apoyo de los ex gobernadores Francisco Barrio, Alberto Cárdenas, Fernando Elizondo, Carlos Medina Plascencia, Fernando Canales y Ernesto Ruffo, así como Felipe Bravo Mena, reunidos en lo que se conoce como Panistas por México.

Sin embargo, en términos reales, ¿qué representan estos personajes con presencia mediática pero cero punch electoral?

¿Tienen base social?

¿O más bien son y serán un lastre, uno más, que el TUCOM deberá llevar sobre su espalda, en especial Vázquez Mota, etiquetada como perdedora tras su fracaso electoral de 2012 y colocar al partido como la tercera fuerza política en el país?

Veamos:

En Chihuahua, el estado de Barrio, el PAN está literalmente desaparecido y es la tierra de Gustavo Madero, que ganó una elección de mayoría al Senado en el 2006.

Alberto Cárdenas perdió la presidencia municipal de Guadalajara en el 2012.

Fernando Elizondo perdió la gubernatura de Nuevo León, a pesar de que inició la campaña con 17 puntos de ventaja.

Carlos Medina fue gobernador interino de Guanajuato, es decir, no ganó una elección: fue producto de una concertacesión salinista, y el actual gobernador, Miguel Márquez Márquez, no está en el proyecto de Vázquez Mota.

En Baja California, el senador Ruffo ganó en 2012 su elección, pero sólo gracias al apoyo del gobernador José Guadalupe Osuna. Sin embargo, ni este ni el gobernador electo, Francisco “Kiko” Vega, están con Josefina.

Mientras que Felipe Bravo Mena llevó al partido al tercer lugar en la contienda por el gobierno del estado de México, porque se distanció del principal operador electoral de la entidad: Ulises Ramírez, que está con Madero.

Y en Puebla…

Bueno, en Puebla tampoco hay mucho que presumir: aquí Vázquez Mota perdió la interna con Ernesto Cordero –un pésimo candidato- a pesar de que contaba con el apoyo del ex alcalde Eduardo Rivera Pérez, Juan Carlos Mondragón, Eliseo Lezama y Leonor Popócatl, quien, además, era la presidenta de la Comisión Electoral.

Hoy las cosas son muy distintas en el PAN local, no hay más poder que el de Rafael Moreno Valle y, como se sabe, las circunstancias de Rivera, Lezama y Popócatl han cambiado de manera drástica.

Frente a este bloque que busca la construcción de una candidatura de unidad, están los maderistas, que callada pero sostenidamente han conseguido sumar a diversos grupos estatales y municipales hacia su causa; por ejemplo, operadores como Jorge Manzanera, que trabajó con los calderonistas en la etapa en que dominaron el poder del partido, ahora está con Gustavo Madero.

Además de Ulises Ramírez, el otro operador electoral efectivo del estado de México es Carlos Alberto Pérez Cuevas, quien era uno de los principales colaboradores de Vázquez Mota, y ahora está con Madero.

Un dato que no puede pasar desapercibido es que la alianza de Manzanera con Madero también implica que Raúl Gracia, operador electoral de Nuevo León, y Francisco García Cabeza de Vaca, de Tamaulipas, estén ahora con Madero, cuando fueron operadores de la campaña… ¡de Josefina!

Además, en Nuevo León los maderistas cuentan con Sergio Cheto Salgado y Fernando Larrazabal; en Veracruz, con Miguel Ángel Yunes y Juan Bueno; en Jalisco, con José Hernán Cortés y Emilio González; en el Distrito Federal, con Jorge Romo; en Michoacán, con Marko Cortés y Salvador Vega; en Durango, con Rodolfo Dorador; en Sinaloa, con Alejandro Higuera; en Coahuila, con Guillermo Anaya; en Querétaro, con Armando Rivera, y en Yucatán, con Beatriz Zavala, todos operadores de Josefina en 2012 y que ahora trabajan con Madero.

Es decir, los principales operadores de la ex candidata presidencial optaron por el proyecto maderista, en un claro mensaje del rumbo que podría tomar la madre de todas las guerras panista.

Por si algo faltara, hace apenas un par de semanas los gobernadores de Puebla y Sonora, Rafael Moreno Valle y Guillermo Padrés, respectivamente, refrendaron públicamente su apoyo a Madero. Y ya se sabe cómo se las gasta Moreno Valle cuando se propone ganar una contienda electoral; de hecho, la alianza Manzanera-Madero se explica de –y desde- Casa Puebla, un punto de quiebre en la guerra que se avecina.

Cierto que nada está escrito y que una guerra se gana hasta que se gana, pero hoy, en un análisis frío, el TUCOM luce mediáticamente atractivo pero ya en la práctica deja ver sus debilidades y carencias. Es decir: mucho ruido y pocas nueces.

Por primera vez la dirigencia del PAN será electa de manera directa por todos sus militantes, una variable que también influirá en el desenlace de este auténtico choque de trenes.

No es descartable, de hecho, la intromisión de fuerzas externas, como por ejemplo el PRI de Enrique Peña Nieto, que busquen inclinar la balanza hacia uno y otro lado. Madero ha sido un dirigente colaboracionista, por decirlo amablemente, con el nuevo régimen priísta, que tal vez no quiera cambiar de caballo a mitad del río para no arriesgar los acuerdos que se han logrado hasta hoy y que se podrían alcanzar en lo que resta del sexenio.

¿Se saldrá el TUCOM con la suya?

Eso está por verse.

gar_pro@hotmail.com

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