DELEGADOS: ENTRE LA INEFICIENCIA Y LAS CUOTAS DE PODER

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La columna vertebral de las delegaciones de las diversas secretarías del gobierno federal en los estados tiene como fin ser el vínculo de éstas con la sociedad, garantes de la prestación de los servicios que ofertan como obligación de un Estado.

Son el medio para impactar en la sociedad el compromiso que tiene el presidente Enrique Peña Nieto con la gente. De los beneficios que se pueden otorgar con quienes se comprometieron en campaña.

Las delegaciones de las diversas secretarías de Estado son los brazos de la Presidencia de la República para influir de manera positiva entre los mexicanos.

Las delegaciones son el ejemplo claro de la descentralización de los servicios que presta el gobierno federal, con un contacto permanente y directo con la gente, principalmente las que tienen una vocación social.

Pero en Puebla, a pesar del esfuerzo que se hace como gobierno federal para estar cerca de la sociedad, existe poco conocimiento del nombre de las delegaciones, quiénes son los titulares y cuáles son los servicios que proporcionan, además de los beneficios que se pueden obtener para elevar el nivel de vida de los mexicanos.

Lamentablemente no existen evaluaciones, por lo menos públicas, para determinar el grado de eficiencia de las delegaciones, de sus titulares y del impacto en la gente, por lo cual la gente observa lejanía e ineficiencia.

Con el nuevo gobierno federal se perfiló una esperanza laboral para quienes apoyaron el proyecto del presidente Enrique Peña Nieto. Sin embargo, bajo el argumento del servicio civil de carrera, la mayoría del personal que sirvió al gobierno panista, desde Vicente Fox hasta Felipe Calderón Hinojosa, no ha podido ser removido para dar paso a los priístas con las mismas o superiores capacidades.

Los impactos positivos de las delegaciones son elementos virtuosos de un gobierno y, por ende, la pertenencia a un partido político del cual emergió al poder. Son entes que difícilmente se puede separar del todo y si así fuera, dentro de la política, sería un error.

En Puebla, la falta de una dirigencia seria, que infunda respeto y autoridad, ha provocado que el PRI genere un vacío de coordinación con las delegaciones y que cada dependencia responda a intereses externos al eje central del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto para ayudar a mejorar su imagen, que en Puebla está reprobada.

No existe, por ejemplo, una coordinación ejecutiva para encausar los beneficios de las delegaciones al concepto de gobierno y este vacío ha sido aprovechado para dirigir los escasos esfuerzos a intereses particulares.

Acorralados por las cuotas de poder, las y los delegados actúan en la timidez por conservar su trabajo y por ende sus salarios que van desde los 50 mil a 90 mil pesos, independientemente de las componendas que se puedan realizar con obra pública y contratos. No intentan hacer más allá.

Quien mejor ha usado las delegaciones para sentar sus aspiraciones gubernamentales es el subsecretario de Prospectiva y Planeación de la SEDESOL, Juan Carlos Lastiri, quien tiene como su operador principal a Juan Manuel Vega Rayet en su papel de delegado de la Sedesol en Puebla. Desde esa oficina se han articulado todos los esfuerzos estatales en torno al personaje con proyecto al 2016 o 2018.

De hecho, Juan Carlos Lastiri, personaje que ha transitado por diferentes grupos políticos, reúne de manera frecuente a los delegados regionales para encargarles tareas de promoción de su imagen, con el pretexto del acercamiento con las autoridades municipales y los líderes regionales.

Si bien algunos atienden el tema de la simulación para no caer en confrontación con quien hoy se sustenta como jefe de los delegados, existen otros que sí consideran fundamental utilizar la estructura para impulsar a quien ven hoy como su nuevo líder.

El eje central de encaminar los esfuerzos para impactar en la gente y demostrar que el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto está cumpliendo se encuentra muy lejos de la realidad, porque las delegaciones atienden a intereses ajenos.

Existen desde lastiristas, zavalistas, dogeristas, marinistas, blanquistas, godinistas y hasta el gobierno de Mariano González Zarur tiene las manos metidas en la persona de Alma Lucía Arzaluz Alonso, al frente de la Profepa.

Hoy las delegaciones en Puebla pasan por un momento de apatía, ineficiencia e indefinición en su rumbo con objetivos centrales y el hueco es aprovechado por algunos para promover su imagen, utilizando incluso programas que en su esencia encarnan la justicia social, para distorsionarlos y caer en la rapiña electoral que tanto criticaron los priistas en tiempos de Vicente Fox y Felipe Calderón.

A la larga, los delegados tendrán que pagar la factura; varios de ellos, de hecho, no llegarán a la mitad del sexenio de Peña Nieto. Saldrán por la puerta de atrás, con el prestigio por los suelos y la sospecha de la corrupción persiguiéndolos hasta el fin de los tiempos.


gar_pro@hotmail.com

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