TODOS QUEREMOS SER EX MAGISTRADOS (EL CASO VILLAR BORJA)

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Si recientemente el país entero se sorprendió con el cinismo de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, empeñados en obtener un “haber de retiro”, es decir, un jugoso pago cuando dejaran sus cargos, bastaría con que se echara un vistazo a lo que sucede con varios de los magistrados en activo y jubilados del Tribunal Superior de Justicia de Puebla para darse una idea exacta de los enormes privilegios que gozan y que les permiten sostener modelos de vida literalmente ofensivos frente a las condiciones de pobreza y desigualdad en la que viven más de 53 millones de mexicanos.

Y es que el ya de por sí desprestigiado y corrompido poder Judicial poblano permite la acumulación de riqueza a ojos de todos, con total cinismo, con nula correspondencia entre los sueldos y prestaciones y los ingresos reales. Ni juntando el salario básico mensual, las prestaciones nominales, las primas vacacionales, los aguinaldos y el pago por riesgo, se entiende cómo varios de los distinguidos integrantes del sistema han logrado amasar tanta fortuna.

Tal es el caso –por citar uno solo- del ex magistrado Gerardo Villar Borja, quien tras su retiro mantiene un tren de vida propio de magnates, y sin haberse sacado la lotería hasta donde se sabe.

Como otros de sus homólogos ya jubilados, este hombre, que sirvió fielmente durante años y años al régimen priísta y que hoy goza de una cuestionada pensión de poco más de 75 mil pesos mensuales, se llevó en los hechos su propio “haber de retiro”.

No se explica de otra forma que sea propietario de una constructora en los Estados Unidos, que haya vendido un fraccionamiento completo por el rumbo de Xilotzingo, que sea dueño de tres casas en la colonia Jardínes de San Manuel y de otros dos inmuebles en San Andrés Cholula, y que no pare de viajar por todo el mundo: Italia, Colombia, Estados Unidos…, so pretexto la práctica del deporte, como dan cuenta diversas fotografías, pasadas y recientes.

Muchas son las historias negras que se cuentan de Gerardo Villar Borja –hermano de Alejandro y Mario, dos personajes muy conocidos en el ámbito político-, pero las imágenes hablan por sí solas.

Son, incluso, el resumen exacto de lo que significa ser magistrado del Tribunal Superior de Justicia, una elite privilegiada que, pese a constituir el poder más ineficiente y corrupto del estado, goza de impunidad, libra el juicio social –porque actúa en las sombras, sin transparentar sus actos y decisiones- y todavía se da el lujo de heredar sus puestos y privilegios a hijas, nueras y ahijadas, para que las dinastías continúen la saga.

Por supuesto que el de Gerardo Villa Borja no es el único caso de un magistrado jubilado que presume de su riqueza –o de su “haber de retiro”- tras su paso por el poder Judicial poblano. Hay otros y otras y todavía más graves, y lo increíble es que sobrevivan ilesos cuando a nivel nacional la opinión pública, y publicada, se llaman a sorpresa por la discrecionalidad, el abuso y el sentido patrimonialista con que se conducen los señores magistrados electorales, quienes comparados con lo que sucede en Puebla, se quedan muy, muy cortos.

gar_pro@hotmail.com

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