PABLO FERNÁNDEZ E IVONNE ORTEGA: MASOQUISMO Y DEJA VU

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Le guste a quien le guste, “haiga sido como haiga sido”, pero hoy por hoy los gobiernos de alternancia son la realidad política en Puebla. Y algo más: las candidaturas comunes siguen consolidándose como un activo electoral e impulsando los proyectos ciudadanos. Se acaba de confirmar en Acajete y Cuapiaxtla de Madero, donde las megacoaliciones repitieron la fórmula de “todos unidos contra el PRI” y vencieron sin lugar a dudas en las elecciones extraordinarias más observadas, y esperadas, de los últimos años.

Así, Pablo Fernández del Campo, “el cadáver que camina”, se consolidó como el político de su generación con más derrotas electorales –ya sea como candidato, como coordinador de campaña o como dirigente- en su curriculum, pues no gana una ni por error, y la secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, la yucateca Ivonne Ortega, volvió a hacer el ridículo, al empeñar su capital político en un proceso como el del pasado domingo y sobre todo en atar el destino de la elección federal del 2015 al resultado en Acajete y Cuapiaxtla, como si el análisis resistiera tal hipótesis de trabajo.

En su última visita a Puebla, con motivo de estos comicios, Ortega –siempre escoltada por un sonriente, pero patético, Fernández del Campo- dijo que los comicios en esos dos lugares servirían de “termómetro” de lo que sucederá en la contienda de 2015.

De ser así, ya se sabe cuál va a ser la suerte del PRI, que por primera vez en la historia perdió en Cuapiaxtla y quedó como tercera fuerza en Acajete.

Ivonne Ortega vino a inicios de julio a los cierres de campaña y, en uno más de sus ataques de soberbia, anunció su victoria. Pero, no conforme con la paliza que le dieron en el 2013, nuevamente entregó malas cuentas en Puebla. Nada que explicar y mucho menos que presumir ante los jefes nacionales del Revolucionario Institucional, que siguen sin encontrar la cuadratura al círculo en territorio morenovallista.

Y ni porque en las campañas y cierres estuvieron presentes todos los “liderazgos” del priísmo poblano -la senadora Blanca Alcalá Ruíz, los diputados federales Jesús Morales Flores, Guadalupe Vargas Vargas, Ana Isabel Allende Cano, José Luis Márquez, Rocío García Olmedo, Javier López Zavala, Enrique Doger Guerrero y Carlos Sánchez Morales; los legisladores locales Víctor Giorgana, José Chedraui, Silvia Tanús, Leobardo Soto, Maritza Marín y Rosalío Zanatta, así como la delegada del CEN, Angélica Araujo Lara; el delegado especial, Gabriel Barragán Casares, y la secretaria general del CDE, Silvia Elena del Valle, además de los dirigentes de los sectores-, se hizo el “milagro” de la multiplicación de los votos: todos, sin excepción, salieron derrotados.

Es decir, por el momento, hasta prueba en contrario, “ni todos juntos en el PRI” pueden con Moreno Valle.

Y es que los candidatos de la fuerza aliancista conformados por los partidos PAN, PRD, NA, PCPP y PSI, Antonio Aguilar Reyes y Pablo Flores Hernández, ganaron las elecciones de los municipios de Acajete y Cuapiaxtla de Madero, respectivamente. Y lo hicieron de la misma forma que lo hacen todos los que ganan elecciones en el mundo, por más que los puristas sigan pregonando la idea absurda, e hipócrita, de una democracia “sin adjetivos”.

Con un total de 8,835 votos a favor del candidato Aguilar Reyes y con 1,708 para Pablo Flores, se alzaron con la victoria en una jornada electoral sin mayores incidencias.

Por supuesto, los representantes de las fuerzas políticas que apoyaron a los candidatos ganadores, saben que la medicina recetada volvió a funcionar, pues concluyeron que una vez más, juntos han ganado más que divididos. Algo que en el PRI siguen sin comprender.

En el fondo, hay una lección: hoy como nunca, los gobiernos de alternancia han logrado la transición de sus municipios y esta es la nueva realidad política de los últimos años en el estado.

Es decir, las candidaturas comunes siguen impulsando los proyectos ciudadanos y estos, bien respaldados, pueden seguir poniendo en su justa realidad, en su exacta dimensión, a un PRI que no acaba de entender de qué diablos se trata todo esto.

El 2015 está cerca, más cerca de lo que muchos se imaginan, y por lo pronto ni Pablo Fernández del Campo ni Ivonne Ortega lograron anotar las placas del tren que volvió a arrollarlos. Como un Deja Vu obsesivo, que los persigue a toda hora, en todos lados, como maldición gitana, y que ya los hace familiarizarse con la derrota.

Lo peor no es eso, sino que si el “termómetro” es lo que pasó en Acajete y Cuapiaxtla, como dijo la secretaria general, más les vale ponerse a rezar para que este mismo escenario de fracaso y humillación no se repita en los próximos comicios, los federales, los que más importan al presidente Enrique Peña Nieto, a menos que lo suyo, lo suyo sea el masoquismo.

gar_pro@hotmail.com

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