TEHUACÁN: LOS RITUALES DEL CAOS

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Un verdadero desorden político, administrativo y financiero es lo que priva hoy en el ayuntamiento del municipio de Tehuacán. Y es que en lugar de ponerse a solucionar las necesidades más apremiantes de los ciudadanos, como la seguridad, las vialidades y el alumbrado público, la alcaldesa priísta, Ernestina Fernández Méndez, ha decidido volcar todo su tiempo y todo su esfuerzo, así como todo el presupuesto y toda la infraestructura del gobierno municipal, en apoyar las aspiraciones de su señor esposo, el verdadero mandamás en la comuna tehuacanera, pues Álvaro Alatriste Hidalgo, mejor conocido como “El Mostro”, quiere ser diputado federal en 2015 para de ahí convertirse en el candidato del PRI a la minigubernatura, en el 2016.

Entre otros, el problema de esto -que por supuesto suena a despropósito, pero es que real- es que los trabajadores del ayuntamiento ya viven en un verdadero régimen de terror, pues pobre de aquel que se niegue a “solidarizarse” con el proyecto de la “pareja municipal” que dice gobernar al alimón uno de los municipios más importantes de Puebla.

Hace algunas semanas, según una denuncia por escrito presentada ante el Congreso del estado, Ernestina Fernández cesó de forma fulminante, y por instrucciones de “El Mostro” –una mala copia, o copia
pirata, de Mario Marín-, a todo el personal del área de Control Sanitario.

¿La razón?

Negarse a acudir a un desayuno convocado por su esposo, en el que se destapó para la diputación federal en las elecciones del próximo año.

Encabezados por el coordinador de Control Sanitario, Ismael Cruz Labastida, los empleados fueron, además, acusados por el director de Salud, Javier González, de supuestas irregularidades en los operativos de supervisión de establecimientos comerciales; sin una sola prueba, se les endosaron diversos actos de corrupción ante la Contraloría municipal, aunque la verdadera razón del despido es haber rechazado sumarse a la nueva aventura política de Álvaro Alatriste, uno de los impresentables del PRI con los que va a tener que lidiar la nueva lideresa del partido en el estado, Ana Isabel Allende Cano.

Por lo demás, el caos en que Alatriste ha sumido a Tehuacán, a través de su esposa la presidenta municipal, es digno de las mejores crónicas de Carlos Monsiváis.

Un solo dato ayuda a entender la dimensión del problema: en lo que va del trienio, es decir, alrededor de siete meses, Ernestina Fernández ha dado de baja y solicitado o aceptado la renuncia de 12 directores, la mayoría de los cuales salieron ante el insoportable clima de ingobernabilidad y desorden que caracterizan a un “gobierno” manejado como negocio familiar, con evidentes huellas de corrupción en compras y adquisiciones y obra pública.

A saber:

El director de Cultura, Alfredo Rosas López; el director de Ecología, Raúl Moreno González; el director de Seguridad Pública, Severino Álvarez Fernández –indefendible tras haber reprobado el examen de control y confianza-; el director de Educación, Alberto Enrique García Hernández; la directora de Deportes, Angélica Herrera Valencia; el director de Catastro, Daniel Aguilar Arrollo; el director de Logística, Jesús Vázquez; la directora de Compras, María Sonia Contreras Castillo, y el director del Sistema Municipal DIF, Héctor Cannán Cannán.

Entre las bajas también figuran el subdirector de Tránsito, Rodolfo Montalvo; el coordinador del Sistema de Apertura Rápida Empresarial, José Arturo Martínez Osorio, y el titular de la Unidad Deportiva Sur, Víctor Reveles Tirado.

Como es evidente, la inestabilidad gubernamental, política y administrativa por la que atraviesa el Ayuntamiento de Tehuacán y que es generada por la dualidad que conforma, por un lado, el poder fáctico representado por Álvaro Alatriste Hidalgo y, por el otro, la endeble autoridad formal de la alcaldesa Ernestina Fernández, sigue causando problemas graves que a la postre terminarán pagando los ciudadanos, arrepentidos ya de haber encausado el regreso del PRI al gobierno municipal.

Inhabilitado para ejercer cargos públicos, “El Mostro”, empero, no pierde el tiempo y ya prepara su regreso a la política activa, echando mano del erario y de la infraestructura y el personal de la comuna para satisfacer sus ambiciones políticas.

Sabe que él está exento de las consabidas repercusiones legales y de que puede actuar tras bambalinas, por lo que actúa sin medir las consecuencias y a plena luz del día, aunque el daño colateral va a tener que asumirlo, en su momento, su esposa, un mero “títere” a las órdenes de un sujeto como él sin escrupulos y obsesionado con el dinero y el poder por el poder.

Al tiempo.

gar_pro@hotmail.com

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