LAS ANDANZAS (MILLONARIAS) DE LEOBARDO SOTO EN VERACRUZ

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Bajo la sombra de la sospecha eterna, el dirigente estatal de la CTM, Leobardo Soto Martínez, sigue negociando millonarios contratos de obra pública en una voracidad desenfrenada que lo ha llevado a saciar su ilimitada hambre de poder económico, incluso fuera del territorio poblano.

No conforme con presumir cínicamente –de su propia voz- que le ha ido mejor con el gobernador Rafael Moreno Valle que con Mario Marín, el máximo beneficiario de la construcción de la planta de Audi en el municipio de San José Chiapa ha logrado un contrato equivalente a 200 millones de pesos por trabajos que se realizarán en la zona de desembarque del puerto de Veracruz.

Cierto es que, en su carácter de líder oficial de la agrupación gremial más grande y explotada de México, el también diputado local del PRI Leobardo Soto está en su derecho absoluto de procurar el mayor número de contratos para su central obrera.

Pero también es cierto que esos trabajadores reciben salarios de hambre a cambio de extenuantes jornadas laborales, mientras él sigue añadiendo ceros a sus ya de por sí abultadas cuentas bancarias.

¿Dónde está la ganancia?

¿Quién gana y quién pierde en el negocio?

¡Acertó!: son los miles de trabajadores que, con el sudor de su frente –literalmente-, llenan los bolsillos de su “dirigente” Leobardo Soto.

Sin duda alguna, a lo largo del tiempo –y del espacio-, muchos priístas han tenido la oportunidad de ocupar sus cargos para hacer negocios personales millonarios.

Sin embargo, el caso de Leobardo Soto es particularmente exagerado.

Hoy el cetemista ha rebasado el territorio poblano para incursionar en el ámbito nacional.

Y sin miedo a que sus negocios ahora se encuentren en el peligroso estado de Veracruz, donde opera uno de los grupos delincuenciales más temibles de México, Los Zetas.

Pero eso a Leobardo le interesa poco.

Y es que, como se sabe, su avaricia no tiene límites.

Y si no, que lo cuenten en Casa Puebla.

***

Fiel soldado de El Yunque, el ciudadano Eduardo Rivera Pérez reapareció en público este miércoles para declarar abiertamente la guerra al gobernador del estado.

Lo curioso es que para poder hacerlo primero tuvo que encontrar el valor que siempre le faltó como alcalde de Puebla en las faldas de un grupo de panistas ampliamente conocidos por sus fobias contra
todo lo que huela a Moreno Valle.

Como edil de la ciudad más importante del estado no tuvo nunca los tamaños para enfrentarse o para por lo menos intentar poner un alto a lo que siempre llamó el “autoritarismo” del gobernador.

Hoy, con cara de espanto, Rivera Pérez se asoma al balcón y pretende dar un paso al frente, rodeado de sus amigos, los mismos que le han prometido luchar a su lado en la nueva Intifada de la ultraderecha: arrebatarle el PAN al morenovallismo.

Una tarea tan titánica como frustrante, pues cuando pudieron, no quisieron, y ahora que quieren, no pueden ni podrán.

El mensaje del obsesionado y desesperado suspirante a una diputación federal llegó, como en su momento llegará el correspondiente acuse de recibo.

Por cierto: ¿qué connotado panista -de los que este miércoles se victimizaron en público- es famoso en el CEN del PAN por deber 30 mil pesos en cuotas partidistas?

Desde febrero no paga un solo quinto, pero eso sí: se dice el más panista de los panistas, con derechos a cuestionar lo que tanto les horroriza en El Yunque: la afiliación “masiva” de militantes.

Una pista: no es el citado Eduardo Rivera Pérez.

Pronto los detalles.

gar_pro@hotmail.com

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