LA DECADENCIA MORAL Y POLÍTICA DE EL YUNQUE (VENERANDO LAS CENIZAS)

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El pasado 29 de abril don Manuel Díaz Cid impartió una brillante e interesante conferencia sobre el FUA, El Yunque y otras organizaciones cívico políticas católicas impulsadas por los jesuitas en varios países hispanoamericanos, explicando el contexto histórico-político en el que surgieron y mencionando a algunos de sus personajes más notables, en especial a Jorge Mario Bergoglio, hoy el Papa Francisco.

Lo dicho ahí por tan notable figura de la intelectualidad católica, encaja con lo que aquí hemos venido comentando sobre la Organización de El Yunque y su evolución y papel en la política local.

Apenas hace unos días hablábamos sobre la función y posicionamiento del ex alcalde Eduardo Rivera Pérez en esa agrupación de derecha, señalando que él no figura entre sus jefes sino apenas como un operador en las cloacas de la grilla.

Don Manuel sintetizó en cuatro cuartillas siete décadas de historia -principalmente local- poniendo un gran énfasis en el espíritu que animó a los militantes de El Yunque en su surgimiento y primeros tiempos:

“Éramos para 1961, o por lo menos así nos sentíamos, representantes de una generación diferente, marcada con el signo de la “nueva aristocracia”, que nada tenía que ver con títulos o propiedades, sino con responsabilidades, libre y alegremente aceptadas.

“¡No éramos locos ni vanidosos y mucho menos ambiciosos de honras!

“Ese puesto nos lo hemos ganado porque todos nosotros, sin poner condiciones, respondimos al llamado por nuestra fe, por nuestro ideal marchamos en la primera fila (…) sin importar los riesgos, sabedores de que nos había tocado en suerte ser la generación de los tiempos violentos, con la firme esperanza de ayudar a construir los cimientos de una sociedad fundada en la libertad, el amor y la justicia.”.

Pero esa mística y esa ascética se fueron diluyendo cuando a la muerte, vejez y/o retiro de los jefes que sustentaban aquello, todo se suplantó por la amalgamada incompetencia de unos y la avidez de otros.

La fuerza y carisma de Ramón Plata como jefe fundador no la tuvo José Antonio Quintana, ni mucho menos Bernardo Ardavín, y qué decir de Guillermo Velazco, quien difundió aquello de que el que obedece no se equivoca.

En Puebla, luego de tener como jefes a personas de la talla de Manuel Rodríguez Concha, Mario Bracamontes o Eduardo García Suárez, llegaron incompetentes como Agustín Aizpuru y Javier del Castillo, justo cuando luego de controlar importantes organismos empresariales se tomaba también la dirección del Partido Acción Nacional tanto en lo local como en su Comité Ejecutivo Nacional: en Puebla Francisco Fraile, Ana Teresa Aranda, Ángel Alonso Díaz Caneja, Juan Carlos Espina, etcétera, y a nivel nacional Luis Felipe Bravo Mena y Manuel Espino.

La Organización ha llegado a tener los gobiernos de Guanajuato, Querétaro, Morelos y Jalisco con Ramón Martín Huerta, Juan Carlos Romero Hicks, Juan Manuel Oliva y Miguel Márquez; Francisco Garrido Patrón y Pancho Domínguez; Marco Adame; Emilio González Márquez, y ha ocupado la presidencia nacional de Coparmex y Concanaco.

Al tener capacidad de colocar a su gente en diferentes puestos públicos cuyos ocupantes recibían considerables ingresos, los incompetentes jefes fueron manipulados por vividores que vieron lo que ahí había, y así fue que se empoderaron Ángel Alonso Díaz Caneja, Antonio Ramírez Castellanos (“El Caimán”) y Eduardo Rivera Pérez, quienes echaron mano de la autoridad de Aizpuru y Del Castillo para traficar con los puestos políticos colocando en ellos no a los más adecuados elementos sino a los más dóciles e incapaces.

Así inició la decadencia moral y política de El Yunque, cuyos miembros pensaron que sentarse en una curul o despachar en “importantes puestos burocráticos” era estar en el poder, por lo que al no ocuparse de gestar un verdadero PODER que fuese desplazando al viejo sistema, éste terminó por absorberlos, al grado que los miembros de El Yunque terminaron actuando exactamente igual que sus antiguos adversarios políticos e ideológicos.

Comenzaron haciendo trampitas y terminaron como verdaderos mercenarios y traficantes de cargos públicos, pero la incompetencia siguió siendo característica fundamental tanto de jefes como de operadores, pues en el afán de control siempre optaron por los más manipulables y no por los más competentes, lo que les llevó al extremo de entregar su más valiosa posesión a quien pensaron les otorgaría muchos, muchísimos cargos públicos, pero que al final les quitó el PAN dejándolos sin nada.

Habiendo sucedido lo peor, hoy los jefes de la Organización en Puebla son nada menos y nada más que sendos burócratas de la UPAEP (no pueden ser considerados académicos) que además han sido eso -burócratas- a lo largo de sus vidas, y son ellos -Carlos Ortiz Rosas y Heliodoro Fraile- quienes enfrentan a alguien que, para su desgracia, sí sabe que es y para qué sirve el PODER (así con mayúsculas): Rafael Moreno Valle.

Hasta hoy el resultado ha sido elocuente

No han tenido capacidad de respuesta y terminaron arrinconados en antiguos nichos de poder que hoy están bastante venidos a menos, como Coparmex y el Consejo Coordinador Empresarial, cuya influencia está en sus más bajos niveles de las últimas décadas (esta misma semana, el CCE salió en defensa de Moreno Valle al afirmar que el ex gobernador no fue omiso ante el grave, gravísimo problema del huachicol en Puebla).

Bien harían los aún militantes de la Organización de El Yunque en escuchar –y leer- a don Manuel Díaz Cid:

“Nuestra disyuntiva está en rechazar el ser los últimos de ayer y aceptar ser los primeros de mañana. Lo demás es historia. La verdadera tradición no consiste en venerar las cenizas sino en saber transmitir el fuego del ideal.”.

Y es que hoy la realidad es muy distinta.

Parece incluso que hace años se resignaron a ser los últimos y sin tener idealismo alguno y careciendo de fuego que trasmitir, persisten venerando cenizas gloriosas de momentos épicos que, por cierto, ¡ellos no vivieron!

gar_pro@hotmail.com

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