LA BATALLA POR CASA PUEBLA, CAPÍTULO FINAL: LLEGÓ LA HORA DE LAS URNAS

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En estos días de silente reflexión política, al menos destinados a ella por las autoridades electorales, viene también la valoración de las campañas. En Puebla queda la sensación de que, entre algunos ataques y descalificaciones, los ciudadanos tuvimos acceso a todos los candidatos y sus propuestas. Ellos y ella fueron prácticamente a todos los foros y, sin vetos ni favoritismos, tuvieron presencia mediática plena y también realizaron proselitismo en libertad. Lo bien o mal que lo hayan hecho, se verá reflejado este domingo. Aunque no a los pasos agigantados que se quisiera, en el estado hay avances innegables en este terreno.

Aristas y aciertos hubo en todos campamentos y desde todas las trincheras.

Los asesinatos de personas involucradas en la contienda, siete en total, los atentados y las amenazas, son un tema aparte que desgraciadamente es reflejo de lo que pasa por todo el país.

Un elemento notable de equilibrio y estatura democrática, fue el papel del gobernador Tony Gali, quien a pesar de tener derechos políticos, salvo un par de apariciones, se sustrajo por entero de esta batalla. Su gobierno, su imagen, su capital político, no estuvieron en juego; Gali fue un activo más que un pasivo.

La exageración en el discurso, a conveniencia del bando en que se milita, es natural.

Sin embargo, en general y considerando el cúmulo de cargos en disputa en el primer proceso concurrente de la historia de la entidad, las campañas no terminaron ni remotamente envueltas en la suciedad de otros estados y otros momentos.

En los meses de actividades proselitistas, por ejemplo, hay que destacar la disciplina de la candidata de la alianza Por Puebla al Frente, Martha Érika Alonso.

Mostró capacidad, experiencia y temple, y logró imponer su narrativa: quien gobierne será ella, no el ex gobernador Rafael Moreno Valle, su esposo, acaso el único punto del que sus rivales pretendieron colgarse para atacarla con la famosa acusación de “la reelección” que muy pocos compraron.

Los yerros de algunos de sus colaboradores al principio de la campaña, muchos solamente anecdóticos, fueron rápidamente corregidos y nunca se perdió rumbo.

Del arranque hasta el final hubo consistencia, perseverancia, y un equipo coordinado y entrenado para guerras de esta naturaleza.

A pesar de ser la “candidata del sistema”, Martha Érika no fue blanco de las clásicas acusaciones de desvío de recursos públicos o desmedidos apoyos oscuros a su favor.

Si las reglas electorales vigentes en las leyes de Puebla la favorecieron, es una acusación que debe ponderarse en función de quién la dice.

Ni un solo error grave ni leve cometió Martha Erika y en cambio siguió siempre en su empeño de ir al encuentro de los ciudadanos y ganarse su apoyo.

Privilegió la propuesta, no rehuyó ningún tema –le entró incluso a los más espinosos o los más cuestionados del morenovallismo-; y no entró nunca en la dinámica del ataque, salvo en el único debate que hubo, el cual por cierto ganó de calle.

En la alianza de Juntos Haremos Historia, el candidato a Casa Puebla, Luis Miguel Barbosa Huerta, tuvo a disposición medios de comunicación y libertad absoluta para hacer lo poco o mucho que quiso.

Salvo las siempre existentes, pero -en esta contienda- contadas deshonrosas excepciones, el ex perredista tuvo micrófono abierto en donde lo solicitó y ni de él ni de su equipo hubo una sola denuncia documentada de que “el sistema morenovallista” le impidió recorrer el estado o realizar sus actos, unos pequeños y otros nutridos gracias a la presencia en el estado de Andrés Manuel López Obrador.

Poco conocido en el estado y ajeno durante años y años a una sociedad que no dejó de verlo como un “extranjero”, el senador con licencia no tuvo otra que colgarse por entero a la popularidad del candidato presidencial de la coalición morenista.

Así trató de compensar el desconocimiento que tenía entre los poblanos, pero no fue capaz de lograr la misma intención de voto que AMLO en el estado.

Y eso que López Obrador estuvo 6 veces en Puebla en estos 60 días de campaña.

Barbosa tuvo momentos buenos y otros en que le falló la tolerancia y sobre todo el oficio político del que siempre presumió.

Recibió por supuesto ataques, pero la mayoría provenientes de medios de comunicación nacionales, terreno en el que se supone se movía como pez en el agua, luego de haber sido presidente del Senado.

Dejó serias y muy graves acusaciones sin responder y dudas –muchas y muy fundadas dudas- sobre su patrimonio y pasado.

Con errores involuntarios y otros sí en el ámbito exclusivo de su responsabilidad consciente, Barbosa terminó su campaña con desgastes físicos y anímicos.

Quedó la percepción, por su advertencia a directores de medios de comunicación y exabruptos en transmisiones en vivo, que acabó enojado, irritado, incómodo, desconectado, librando peleas de callejón tan innecesarias como inútiles, y sobre todo agotado.

Por si faltara algo, nunca logró resolver la división y las desconfianzas al interior de Morena, la franquicia que lo cobijó. Desconfió, se distanció, se peleó con casi todos. Lució solo, completamente solo, incluso hasta cuando estaba acompañado.

Pareciera que no se preparó para esta guerra, o no la entendió del todo. Sabía lo que se le venía pero no hizo nada por protegerse. Muy raro en alguien que jugó en las grandes ligas de la política nacional. ¿Acaso pensó que le iban a regalar las llaves de Casa Puebla?

Del priísta Enrique Doger Guerrero no hay mucho que decir.

O sí:

Pasada la mitad de la campaña, dio la impresión de que tiró la toalla en el camino a Casa Puebla, el que buscó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) por casi una década. José Antonio Meade, Memo Deloya, el desprestigio del PRI, el abandono de Los Pinos, la falta de recursos económicos, fueron un lastre para su proyecto.

En cambio, no se convirtió en abierto palero de la candidata Alonso Hidalgo y mutó su campaña a una de respaldo permanente a sus candidatos a legisladores, locales y federales, y alcaldes.

Doger no se bajó ni entregó al PRI ni a los priístas.

Casi con estoicismo, asumió que más ayudaba a los otros dejando de privilegiar a su propia campaña.

Sin embargo, el Doctor quedó a deber su “encanto pendenciero”, el que le hubiera puesto más pimienta al proceso.

Eso sí: fracasó estrepitosamente en llevar a la elección en una pelea de tercios; nunca terminó por entrar en competencia, la guerra sólo fue de –y entre- dos, de principio a fin.

Será, sin embargo, uno de los grandes ganadores de la contienda. Ganó, y mucho, y en muchos sentidos, y se quedará con lo que quede del PRI en Puebla; será, de hecho, bisagra de acuerdos en el Congreso y de gobernabilidad en el estado, y eso le dará un papel relevante en la nueva configuración del poder local.

Del candidato del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Michel Chaín, hay que destacar que falló en el papel de comparsa y palero que le atribuían a favor de la abanderada panista.

Y no fue útil en ese propósito, si es que lo tenía, porque Alonso no lo necesitó, como tampoco del apoyo con la declinación del candidato de Nueva Alianza (Panal), Alejandro Romero Carrero.

Aunque hay que reconocer que, de manera personal, Michel tuvo buen desempeño.

“Le echó ganas”, dirán algunos.

Al final de estos 90 días de campañas federales y 60 locales, los poblanos tienen los datos, los elementos, las razones y las herramientas para hacer su propio, único y personalísimo contraste de propuestas.

Llegó la hora de las urnas.

Y se escribe en estos momentos el último capítulo de la Gran Batalla por Casa Puebla.

Ya hay una percepción –y datos duros- sobre hacia dónde se equilibrará la balanza; vamos a ver el domingo si se confirma lo que ya se intuye, lo que ya se anticipa, o hay una sorpresa.

LAS AMENAZAS LAPIDARIAS DE MANZANILLA

“Te advierto que si persistes en esa tarea entrarás a formar parte del grupo de personas de las cuales me ocuparé después del 1 de julio”, sentencia el mensaje por celular que Fernando Manzanilla Prieto envió a uno de los operadores de oposición a MORENA por, según él, “tocar a mi equipo”.

La conversación, de la que tenemos copia electrónica, desnuda el lado más oscuro del ex morenovallista y hoy lopezobradorista, quien lanza estos lapidarios amedrentramientos a quienes, en legítimo ejercicio democrático, buscan generar simpatías desde el ámbito ciudadano por otras opciones que no son la candidatura del llamado “cuñado incómodo” a diputado federal.

¿Cómo debe entenderse ese “me ocuparé”?

Por supuesto, las interpretaciones son varias y casi todas generan terror.

Así está operando Manzanilla y “que quede constancia”, nos pide un temeroso ciudadano poblano que se identificó con nombre y apellidos, “de lo que pudiera pasarme”.

Manzanilla inaugura así el clima de “terrorismo electoral” a tan sólo unas horas de ir a las urnas.

Lamentable.

gar_pro@hotmail.com

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