EL PRI SE DESANGRA EN PUEBLA Y EN EL PAÍS

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A nadie en el CEN del PRI parece realmente interesarle la elección de Puebla. Sus flácidos “apoyos” tienen hedor a simulación. Igual pasa con Baja California. En las dos entidades, las derrotas en las gubernaturas no sólo son inexorables, sino que también serán desastrosas. En el caso poblano podría incluso ser la peor, comparativamente, del tricolor, desde su fundación en 1929, como Partido Nacional Revolucionario (PNR). La cúpula priísta apenas voltea a ver a su candidato, Alberto Jiménez Merino. Este jueves, a más de un mes de la última visita de la presidenta, Claudia Ruiz Massieu, el secretario general, Arturo Zamora, se acordó de que existe candidato en la extraordinaria y lo acompañó en Xicotepec. A esa nomenclatura le interesa más su proceso interno por la dirigencia. Para ellos, la contienda 2019 pareciera que ya se acabó.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se desangra en el país y en Puebla y nadie se acomide para aplicar un torniquete.

La dirigencia nacional ha realizado apenas tres visitas a su abanderado poblano y está metida más en la organización de su proceso interno de septiembre próximo, para la renovación de su Comité Ejecutivo Nacional (CEN), que ya no conducirá el Instituto Nacional Electoral (INE).

Dos acompañamientos han sido de la presidenta Claudia Ruiz Massieu Salinas, quien estuvo en San Pedro Cholula para tomar protesta a su candidato, el 15 de marzo, y otro el 5 de abril, en un evento de asistencia muy pobre en Coronango.

Posiblemente por eso no ha regresado.

La tercera, con una asistencia también de no más de 200 militantes, los pocos fieles o desinformados que quedan, la realizó este jueves el secretario general, Arturo Zamora, en Xicotepec.

Eso y muchos signos más diagnostican anemia para el PRI.

Los tres sectores, los reales y no solamente de membrete, del priísmo en Puebla, lo han abandonado o han sido desplazados por la nueva dirigencia estatal.

La filial de Confederación de Trabajadores de México (CTM), que encabeza el camaleónico Leobardo Soto Martínez, está ya con el candidato de Juntos Haremos Historia (Morena, PT y PVEM), Luis Miguel Barbosa Barbosa Huerta, aunque antes estuvo con el morenovallismo y el galismo.

Dice que sus estatutos se lo permiten.

Y están, según sus propias palabras de la mañana de este jueves en conferencia de prensa, “con todo con Barbosa, porque es el único que ha tendido la mano a los trabajadores”.

El deslinde de Leobardo Soto del gobernador Mario Marín Torres y los marinistas, quienes hoy controlan ese partido e impusieron a Jiménez Merino en la candidatura, fue contundente: “no apoyamos a pederastas”.

Encima, el cetemista acusó que en las últimas tres contiendas por la gubernatura, los años 2010, 2016 y 2018, se han robado los candidatos y sus equipos el dinero que se supone era para la movilización.

Puede ser una coincidencia, pero en la actual elección extraordinaria, tampoco se han “bajado” los recursos.

Hasta este jueves, ninguno de los operadores había recibido nada y no había garantía de que les pagarán.

La costumbre era cubrir un salario quincenal, durante el proceso, pero nada ha llegado.

Está “seca” -nos dicen- toda la estructura: coordinadores distritales, municipales, de zona, de sección, así como operadores y activistas.

En tanto, la base poblana de Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP-Puebla), sobre la que tiene influencia su ex dirigente José Luis Márquez Martínez, está completamente dispersa.

No quedan ni sus ruinas y Márquez, el último de sus dirigentes con relativa representatividad, ahora trabaja en la administración interina del estado, como subsecretario de Gobierno.

Y falta la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos, filial de la Confederación Nacional Campesina (CNC), en donde Jiménez Merino pidió que le cortaran la cabeza, metafóricamente claro, a la hoy ex dirigente Maritza Marín Marcelo.

Lo cierto es que la también ex diputada local ya llevaba dos años más de los que estatutariamente debía haber permanecido como presidenta.

Sin embargo, con su salida, también se fueron los operadores de tierra y los delegados regionales con liderazgo.

El PRI se desangra y, como apuntamos en otra entrega, la aritmética nada bueno le presagia y podría estar a la puerta de la derrota más dolorosa de toda la historia de tricolor en cualquier entidad y en cualquier tiempo.

Sobre todo si se considera que la previsión de participación en las urnas, que tienen autoridades estatales y al menos el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), se ha reducido ya hasta 42 por ciento de la Lista Nominal del estado, de 4.5 millones de votantes, que se lee siempre con un “si acaso”.

La hemorragia seguirá en el PRI estatal la próxima semana.

Vienen más sorpresas.

Que se preparen para más corajes.

gar_pro@hotmail.com

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