PRI: PRUEBAS DE AMOR

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Que nadie se espante, ni se llame a sorpresa, si en los próximos días –o semanas- aumentan exponencialmente los ataques de priístas en contra del gobierno encabezado por Rafael Moreno Valle.

Desde todos los frentes, pero en especial desde el ámbito del Congreso del estado, con todo y su minibancada, el PRI abrirá fuego con cualquier pretexto, ya sea colgándose de asuntos detonados por los medios de comunicación –como el patético, y horroroso, caso Cánovas- o apropiándose en acción y discurso de asuntos polémicos y de alto impacto social, como el agua potable, el Hospital para el Niño Poblano, los mototaxis o los índices de inseguridad.

Una postura similar mostrarán los diputados federales del tricolor, así como varios delegados del gobierno de la República, no pocos presidentes municipales y sobre todo algunos de los más visibles próceres y líderes de cada tribu.

Y es que en el contexto del inminente relevo en la dirigencia estatal del partido, donde hasta ayer seguía vegetando el desmantelado y malogrado Pablo Fernández del Campo, tanto el presidente como la secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional, César Camacho e Ivonne Ortega, respectivamente, no han solicitado, sino exigido lo que ya se conoce entre los priístas como “pruebas de amor”.

Es decir, evidencias reales, palpables y verificables de que se terminaron las traiciones, de que los priístas juegan para el PRI, no para el vecino de enfrente, y de que, por lo tanto, no obedecen subrepticiamente a los intereses de Casa Puebla, mostrando una cara ante la dirigencia nacional y otra muy diferente en la Puebla real. La Puebla de los “cañonazos”, de las prebendas, de los favores, de los contratos, de los negocios millonarios con el poder a cambio de apoyo político o silencio.

Camacho y Ortega han dejado en claro que están hartos de los dobles –o triples, a veces- juegos de los priístas poblanos y mediante la nueva delegada, Angélica Araujo, han bajado la instrucción: o muestran los dientes y muerden al morenovallismo en público, o se confirmará que dicen una cosa y hacen otra, que continúan bajo el “embrujo” del grupo en el poder y que no merecen ninguna posición o rol de peso en el partido.

Fueron dos, casi tres años de servir a intereses ajenos a los del PRI, operando todo el tiempo a favor de Moreno Valle, a quien le dejaron manos libres y un estado sin oposición –y por tanto sin contrapesos- y le pusieron en bandeja de plata lo que después fue su triunfo arrollador en la elección intermedia de 2013.

Es hasta hoy que el alto mando del tricolor parece darse cuenta de esa realidad y es hasta hoy que, patéticamente, exige “pruebas de amor”, pues de lo contrario, los priístas renuentes quedarán fuera del proceso de relevo en la dirigencia estatal pero sobre todo de la repartición del pastel en 2015, 2016 y 2018, de las delegaciones vacantes y de cualquier posibilidad de ocupar alguna posición en el gobierno federal.

Por eso, reitero, nadie se sorprenda si en los próximos días –o semanas-, usted empieza a ver que los priístas despiertan de su letargo, van a la tienda por un kilogramo de huevo y se ponen a lanzar lodo a diestra y siniestra, con cualquier tema y pretexto.

No se preocupe: sólo estarán haciendo una declaración pública de amor, amor eterno, amor total, amor del bueno, hacia un partido que al menos en Puebla sigue sin pies ni cabeza.

Porque qué tanto es tantito.

gar_pro@hotmail.com

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