DE FACTÓTUMS, VETOS y OTROS HORRORES EN EL PRI

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Cuentan que para sorpresa de muchos, el poblano Guillermo Deloya tuvo un lugar de privilegio en medio del Consejo Político Nacional del PRI que sesionó el pasado viernes. Para empezar, su asiento fue ubicado en medio de los gobernadores y, luego, por si fuera poco, se le nombró integrante de la Comisión Especial que seleccionará a todos –sí, a todos- los candidatos que impulse el partido en toda la República para las elecciones del próximo año. Una muestra más del nivel cercanía con el dirigente nacional del tricolor, César Camacho Quiroz.

Así que Deloya, presidente nacional del Instituto de Capacitación y de Desarrollo Político A.C., el brazo del PRI encargado de la profesionalización de los cuadros jóvenes del partido, del adiestramiento de todos los militantes priístas en el país y de diplomados para especialización de quienes aspiran a desempeñar cargos de elección y también en la administración pública, fungirá como una especie de factótum, en especial por lo que toca a Puebla, pues su voz será más que determinante ante el Comité Ejecutivo Nacional a la hora de elegir a aquellos que sueñan con llegar a la Cámara de Diputados.

Muy calladito pero Deloya se mueve en las grandes ligas con una soltura que ya quisieran todas las vacas sagradas del priísmo poblano, ¿alguna duda?

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Cuentan también que será el 20 de agosto cuando en un desayuno convocado por la secretaria general del CEN del PRI, la yucateca Ivonne Ortega, se haga oficial la unción de la diputada federal Ana Isabel Allende como dirigente del partido en el estado, en sustitución de Pablo Fernández del Campo.

No obstante lo avanzado del tema, es la hora que los próceres del tricolor todavía no se ponen de acuerdo sobre la persona –un hombre, forzosamente- que la acompañará en la fórmula como secretario general.

Tanto el grupo de Juan Carlos Lastiri como el de Enrique Doger dicen “llevar mano” para colocar a uno de los suyos en tan importante cartera; sin embargo, el juego sigue abierto y en ese punto en particular todo puede pasar en los siguientes días.

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Cuentan, asimismo, que el diputado local José Chedraui Budid estaría más que perfilado para ocupar la dirigencia del PRI en el municipio de Puebla, a pesar de que en las últimas semanas el ex rector de la BUAP y candidato perdedor a la alcaldía capitalina, Enrique Agüera Ibáñez, reactivó sus relaciones en el CEN para tratar de ganar la partida.

Agüera se movió en todos los frentes posibles para lograr su cometido; incluso, se arropó con su gran amiga, Ivonne Ortega; no obstante, no logró el consenso necesario ante la evidente pérdida de su capital político e influencia al interior del PRI.

Y es que tras perder la elección de 2013, sencillamente se alejó de los militantes que lo apoyaron, se refugió en su amargura y hoy es poco más que un extraño entre los priístas, y así, así no va a llegar lejos ni a resucitar su breve, brevísima, y poco afortunada, carrera dentro de la política partidista.

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Cuentan, además, que el más indignado con la designación de Ana Isabel Allende es, ha sido y será Mario Marín.

Y es que el “góber precioso” pretendía imponer a un incondicional suyo al frente del PRI o al menos que el o la elegida se la debiera.

Como si nuevamente fuera todopoderoso, como en sus mejores días en Casa Puebla, Marín ha buscado incluso a César Camacho para vetar a la diputada federal, pero poco eco ha tenido su desesperada estrategia.

Allende fue ciertamente uno de los asistentes a la comida de cumpleaños del ex gobernador a inicios de julio; sin embargo, acudió más por cortesía política que por formar parte del grupo marinista, más vivo y activo de lo que muchos se imaginan.

Al igual que el dirigente de la CTM, Leobardo Soto, Mario Marín es una de las piedras en el zapato con las que la nueva “jefa” del PRI va a tener que lidiar.

Y no es cualquier piedra.

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Sobre la marcha del “silencio” dominical:

No fueron los “mil 250” que dijo el gobierno.

Pero tampoco los “más de 10 mil” que presumieron algunos de los enemigos de Moreno Valle.

Más allá de la esquizofrenia tuitera y de la euforia de los apasionados de ocasión, la cifra real podría estar cerca de los 2 mil.

Tal vez 2 mil 500, exagerando un poco.

Lo único cierto, en todo caso, es que quedaron muy pero muy lejos de los 40 mil o 50 mil que prometieron desde hace una semana los voceros oficiales y oficiosos de las 30 organizaciones convocantes, incluyendo la UNT que ya no es lo que fue.

Más que ciudadanos, más que sociedad, fueron los extremistas de derecha y de izquierda quienes salieron a las calles para manifestarse y nadie se los impidió; no había por qué.

Movidos por el odio y el resentimiento, más que por un afán real de justicia; marcados por la derrota, el victimismo, la hipocresía y sobre todo por el oportunismo de actores como MORENA o Ana Teresa Aranda o Emilio Maurer o Gabriel Hinojosa o Ricardo Villa Escalera o Gerardo Fernández Noroña, entre otros “cadáveres” de la picaresca local y nacional, los políticos y sus grupos demostraron su verdadera capacidad de convocatoria y fueron libres de decir y gritar lo que quisieron y como quisieron, muy sus ganas, muy su derecho y muy su tiempo.

Decepcionante.

Aunque juren y perjuren que la Revolución con mayúscula ya estalló.

gar_pro@hotmail.com

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