LA RESURRECIÓN DEL “GÓBER PRECIOSO”

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Sí. El tristemente célebre “góber precioso” está de regreso y por lo menos desde hace un par de meses, todas las mañanas -desde que el escenario político de Puebla cambió- se repite, y repite a sus seguidores, ante el espejo principal de su notaría, su centro de operaciones: “Vamos a regresar, tengan paciencia“.

Y paciencia -y dinero y tiempo y más paciencia y más y más dinero- es precisamente lo que le sobra a quien viene por la venganza y ha jurado hacer pagar a sus enemigos todas las “humillaciones” que dice haber sufrido desde que el grupo encabezado por Rafael Moreno Valle lo echó del poder por la vía electoral.

Sí. Mario Marín ya olió la sangre y se ha reactivado: el caso Chalchihuapan y el desgaste del grupo en el poder le dieron el pretexto y la valentía que no encontró en los primeros compases de este sexenio, cuando optó por el exilio en lugar de quedarse a pelear por los suyos, los que lo acompañaron en las buenas y en las peores, lo que fueron sus cómplices y beneficiarios, los que lo defendieron hasta lo último pese al descrédito generalizado, los mismos que él terminaría desconociendo –y, en su caso, vendiendo- a la hora de negociar su pellejo con el nuevo gobernador.

La (ni tan sorprendente) reaparición pública del ex mandatario el pasado sábado en la sesión del Consejo Político Estatal del PRI, en la que se definió el método de “elección” de la nueva dirigencia estatal, es sólo la crónica de una resurrección anunciada.

La confirmación de que, con todo y la distancia, nunca dejó de mover los hilos del partido.

La evidencia más palpable de que en su parroquia sigue siendo el único padre que oficia misa.

Y de que una legión de presidentes municipales, diputados y delegados federales sólo esperaba ésa, la señal mayor, para volver a movilizarse, con el fin de recuperar el poder.

Enfundado en traje de guerra, sin temores, alentado por sus viejos y nuevos fieles, que ya le dan trato de “redentor”, el “góber precioso” sabe que, a estas alturas del partido, ya tiene condición de intocable, porque si no lo tocaron antes, ahora menos que los frentes de guerra se multiplican para el morenovallismo conforme se acerca el fin del sexenio. Una de las consecuencias de aquel –mil veces negado pero todavía vigente- pacto de impunidad, tan costoso para unos y otros, pero sobre todo para Puebla, a la luz de los últimos acontecimientos: a Marín se le dejó vivir y Marín se hizo más fuerte, porque lo que no mata, fortalece.

“No puede regresar lo que nunca se fue, Marín es Marín y siempre ha estado vivo”, dicen sus allegados, entusiasmados –casi eufóricos- con el regreso del ex gobernador, el único ex gobernador priísta que no ha mutado de lealtades, ni de colores, a diferencia de Guillermo Jiménez Morales, Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett Díaz y Melquiades Morales Flores; de ahí el peso específico que se le atribuye a quien se le considera el último de los mohicanos, un Marín apestado y desprestigiado que, empero, representa la única esperanza de un priísmo huérfano de liderazgo y con sed de revancha, y que intentará encarnar el papel de contrapeso del morenovallismo que hasta hoy ningún sector -incluida la prensa, la iniciativa privada, las iglesias, los partidos, los sindicatos, las organizaciones sociales, etcétera- ha podido asumir.

Ciertamente Marín no impuso a Ana Isabel Allende al frente de la dirigencia estatal del PRI, creer lo contrario es atribuirle facultades y poderes que en este momento sencillamente no tiene a nivel nacional; pero sí, sin duda, opinó –a favor-; sí, sin duda, influyó en la decisión –como otros actores- y sí, sin duda y sobre todo, está aprovechando y capitalizando este momento de debilidad y necesidad en su partido para regresar de su travesía por el desierto.

Y es que pese a todo, se le ve y considera un activo importante del partido, un activo que el Comité Ejecutivo Nacional va a usar según las circunstancias y a conveniencia mutua: Marín será diputado federal en 2015 en tanto ayude –con su poder, su conocimiento del estado, sus redes de poder y su dinero- a que el PRI recupere Casa Puebla en el 2016 o 2018.

El grupo marinista sabe que la coyuntura los favorece y que es ahora o nunca: o contribuyen a la derrota política, moral y social del morenovallismo o nunca más volverán a tener la oportunidad de regresar por lo que consideran suyo, de nadie más.

Está de más decirlo, pero el choque será de pronóstico reservado. Más que eso: total. Y mucha, mucha sangre, y muchos muertos y heridos, se verán en el camino.

gar_pro@hotmail.com

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