BREVES PRIÍSTAS

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Que pese a lo que afirman sus panegiristas –los viejos y los nuevos-, el desatado activismo de Mario Marín no ha caído nada bien en las altas esferas del partido, donde sí bien consintieron y avalaron su retorno a la vida política e interna del PRI, no están de acuerdo en sus formas y mucho menos en la intensidad con que el góber precioso se tomó las cosas. En el CEN, de hecho, tenían pensando en un regreso gradual y eso no ocurrió. Incluso ya evaluaron el impacto político, mediático y electoral que tuvo la reaparición pública de Marín y “descubrieron” lo que todo mundo sabe: que resta más que suma, y más cuando el ex mandatario retornó del brazo de un ex convicto como el ex secretario de Salud, Alfredo Arango.

Al líder nacional del PRI, César Camacho, le molestó sobre todo que el góber precioso se asumiera como el nuevo mandamás del partido en Puebla –casi como el nuevo Mesías, el salvador de los pobrecitos y abandonados priístas-, que dejara correr y hasta alimentara las versiones que señalan que Ana Isabel Allende le debe la dirigencia estatal –lo cual no sólo es impreciso sino exagerado- y que, en el colmo del cinismo, se candidateara abiertamente para una diputación federal.

Hay tal molestia que incluso le sugirieron que saliera de viaje, cosa que Marín entendió a la perfección, tanto que, en efecto, se fue del estado por algunos días. Por eso no se le vio en la fiesta de los XV años de la hija de su soldado, su nueva adquisición, el diputado federal Enrique Doger Guerrero, ni en el primer informe del rector de la BUAP, Alfonso Esparza Ortiz, al que tenía planeado presentarse para tomarse la foto.

“Sí, pero bajo perfil”, fue la petición que el CEN le hizo llegar antes de que el góber precioso hiciera la maleta para poner tierra de por medio; al menos por algunos días.

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Otro que anduvo de viaje, pero ya regresó –incluso se le vio el sábado en el informe del rector de la BUAP-, fue el poblano Guillermo Deloya Cobián, presidente del Instituto de Capacitación y Desarrollo Político (ICADEP) del PRI, quien anduvo por La Habana, Cuba como parte de la comitiva que, encabezada por el dirigente del Partido Revolucionario Institucional, César Camacho, acudió a la isla a invitación del gobernante Partido Comunista.

Deloya estuvo presente en la reunión que Camacho sostuvo con el primer vicepresidente cubano, Miguel Díaz-Canel, en la que conversaron sobre la necesidad de fortalecer los mecanismos de integración regional, a través de la Comisión de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

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Que el que no da una como “dirigente” del PRI en el municipio de Puebla es el diputado local plurinominal José Chedraui Budib, un junior sin carrera política y sin mayor mérito que su amistad con el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, y que en unos pocos días ha dado suficientes muestras de su falta de experiencia y oficio político.

En las oficinas del tricolor cuentan que lo primero que hizo el inexperto legislador al asumir el cargo fue anunciar a los empleados del ex partidazo que él, en efecto, encabeza el Comité Municipal pero sólo para preparar, desde ahí, su candidatura a la presidencia municipal de Puebla.

Es decir, no conforme con llegar al puesto partidista sin prácticamente haberse ensuciado los zapatos, simplemente por obra y gracia del “dedazo” de sus amigos de Los Pinos, el torpe Chedraui ya da por hecho que él, y nadie más, será el candidato porque alguien le endosó el Comité Municipal del PRI como si se tratase de un bien privado.

Eso pasa cuando se manda a un improvisado, a alguien que no sabe lo que es ganar un solo voto, a “dirigir” el partido. Un empresario que pone por delante su interés personal antes que el colectivo y que va por la vida pasándose de listo, creyendo que la política es una cosa sencilla y que cualquier, incluso él, puede ser político.

Pero la culpa no la tiene el indio sino el que lo hizo su compadre.

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Otra que no canta mal las rancheras es Ana Isabel Allende Cano, que luce muy cómoda en su papel de artículo decorativo del PRI, pues no sólo ha perdido el control de la designación de los integrantes del Comité Directivo Estatal, es decir, del equipo con el que trabajará como presidenta del partido, sino también –como ella misma anunció- del proceso de elección de los candidatos a diputados federales para el 2015, que pasará única y exclusivamente por las manos del Comité Ejecutivo Nacional.

A la fecha, la joven dirigente del PRI en el estado ha sido totalmente incapaz de autoafirmarse como tal y de fijar una postura ya no se diga firme, sino más o menos coherente, sobre los más importantes temas de la agenda pública de Puebla, como la minigubernatura; de hecho, otros actores más avezados, como Víctor Manuel Giorgana, le siguen comiendo el mandado, sin que ella logre llevar la voz cantante.

Hay frustración entre la militancia porque sigue sin haber quien fije el rumbo y asuma más que una dirigencia, un liderazgo proactivo.

Sus escasas apariciones en los medios han sido inútiles, pues Allende Cano ni se asume como la “gran crítica” del gobierno morenovallista –como todos esperaban- ni como la “gran estratega” que les vendieron sus padrinos, en especial el todopoderoso Manlio Fabio Beltrones. La presidenta estatal habla y habla y habla de la necesidad de convertir al partido en una “oposición constructiva”, pero sólo ella entiende de qué se trata ese lugar común, un contrasentido de principio a fin, retórica que sobra y que ya nadie se traga, ni siquiera los más novatos, y que sólo causa risa en el grupo en el poder.

La curva de aprendizaje se está haciendo muy pronunciada y eso es un gran problema para un partido como el PRI que en Puebla sigue sin tocar fondo y al que le urge reconstruirse para volver a ser una opción electoral competitiva.

No son pocos, de hecho, los priístas que incluso ya empiezan a extrañar a Pablito Fernández del Campo, lo cual da una idea exacta de la decepción generalizada que empieza a cundir entre las filas del Revolucionario Institucional.

¿O me equivoco?

gar_pro@hotmail.com

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