EL GALIMATÍAS DE LA CAMPAÑA DE ALCALÁ

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La campaña de la priísta Blanca Alcalá Ruiz, parafraseando al clásico, ha comenzado mal y de malas. Hay demasiados protagonismos, mucha confusión y muchas divas en su equipo. En su intención por encontrar la mentada “unidad”, que tanto presumen y de la que tanto hablan los priístas, la senadora con licencia cometió un grave error: incluyó en su staff a por lo menos tres aspirantes a la candidatura priísta para 2018, los diputados federales Jorge Charbel Estefan Chidiac y Alejandro Armenta Mier, y el ex delegado de la Sagarpa, Alberto Jiménez Merino.

Los tres tienen cargos que se supone están muy bien definidos en la estructura de campaña, pero que en realidad duplican funciones, contraponen intereses, los hace competir con odio y hasta obstaculizarse.

Alejandro Armenta es formalmente el coordinador, pero muy a su pesar y disgusto, la candidata invitó a Jiménez Merino -aunque otra versión habla de que se le impuso desde Gobernación- como coordinador alterno, para hacer la “campaña sin candidata”.

Con este movimiento, el diputado federal Armenta quedó sumamente disminuido y en realidad reducido a ser el encargado de la agenda de la senadora, para los 60 días de la campaña, mientras al segundo se otorgó prácticamente un salvoconducto para promocionarse a costa de Alcalá, por todo el estado.

Los dos son aspirantes a la candidatura de 2018 y han comenzado con envidias y a ponerse el pie, pero el mayor problema de esta duplicidad de funciones entre estos dos políticos protagónicos, y que tienen mucho de divas, es que se confunde a la militancia, pues no saben con quién acordar.

¿A quién reportarán los operadores, a Armenta o a Jiménez?

¿Quién pesa más en la campaña, el ex delegado de la Sagarpa o el diputado federal por el Distrito 07?

Grave brete para la militancia que en muchas regiones está dispersa y aún duda si sumarse a Alcalá o apoyar al candidato de la alianza que encabeza el Partido Acción Nacional (PAN), Tony Gali.

Errores así pueden llevar al naufragio a Blanca Alcalá.

Pero hay un problema mayor, pues quien en realidad es el coordinador de facto y la persona que decide en la campaña, es el también diputado federal Jorge Estefan, el hombre de confianza de la ex presidenta municipal y su amigo desde hace muchos años.

Además, a Estefan los demás lo ven con muchísimo recelo, pues hay versiones de una negociación que, pase lo que pase el 5 de junio, ya le otorgó para 2018 una senaduría de lista nacional, equivalente a plurinominal. Muchas envidias se viven en el entorno de la candidata, cuyos principales operadores le disputan protagonismo y reflectores.

En tanto, a los otros dos personajes ella y su primer círculo los ven con recelo, pues saben bien cuál es su verdadera intención y objetivos, y son conscientes de que pueden terminar perjudicando el proyecto de la senadora de llegar a Casa Puebla.

A todo esto, hay que sumar que el yerno de la candidata, Édgar Chumacero, también decide, manda y coordina.

La pregunta de nuevo es: ¿con quién hablarán los líderes, con Armenta, Jiménez, Estefan o Chumacero?

A la luz de estos datos, la campaña de Alcalá es, en cuanto a su organización, un verdadero galimatías que puede costarle la aspiración, y que contrasta con la coordinación bien estructurada de su contrincante. Luego hablamos del desastre que trae la #BatallaBlanca en su manejo mediático y propagandístico.

gar_pro@hotmail.com

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