Alumnos cansados, tristes y sin evaluación

Lesly Mellado May

Uno de los mayores lastres que dejará la pandemia por COVID será un retroceso educativo a decir de organismos internacionales como la UNICEF, que ha llamado con urgencia a reabrir las escuelas mientras a México llega la tercera ola que extrañamente no tocó al proceso electoral.

Las autoridades educativas se han deslindado de la responsabilidad del regreso a las aulas; con la extinción del semáforo epidemiológico federal y el modelo híbrido, la decisión final de si los niños y jóvenes acuden o no clases será de los padres.

Otra cosa de la que se ha deslindado la SEP es de dar a conocer que tan efectivo resultó el programa Aprende en Casa. Tomando en cuenta que deberán tener una estrategia para remediar el saldo negativo por la pandemia, es importante tener claro de qué punto parten los niños y jóvenes para retomar (aunque no sabemos cuándo) sus estudios presenciales.

Esta semana, el secretario de Educación estatal, Melitón Lozano presentó los resultados de una encuesta, un estudio de percepción sobre el ciclo escolar 2020-2021 que fue totalmente a distancia y que recién culminó.

Me pregunto por qué no difunde un diagnóstico que indique: número de alumnos que tomaron clases de manera virtual (que seguro en su mayoría fueron de escuelas privadas), el número de alumnos que tomó clases a través de la televisión, el número de alumnos que trabajó con cuadernillos, el número de alumnos que pasó automáticamente de grado aunque nunca presentó evidencias de su trabajo en casa, el número de alumnos que no alcanzó los aprendizajes básicos… el número de niños y jóvenes sin conectividad, sin acceso a dispositivos electrónicos… el porcentaje de absorción, deserción y eficiencia terminal.

La SEP se ocupó más de conocer los sentimientos que de establecer el punto base del que arrancarán otro ciclo escolar atípico: “los estudiantes están cansados y tristes”.

Aquí los resultados de la encuesta realizada por la SEP Puebla:

8 de cada 10 maestros dicen que sus alumnos sí alcanzaron aprendizajes fundamentales.

Los directores declararon que el 70% de los alumnos con “comunicación sostenida” con sus profesores tuvieron un desempeño satisfactorio, y el 25% un desempeño sobresaliente.

Los colectivos docentes determinaron que de los alumnos con “comunicación intermitente” el 66% alcanzaron aprendizajes adecuados (bueno), y el 17% satisfactorios (arriba del esperado).

En autoevaluación, los estudiantes dijeron que su nivel de aprendizaje fue: 45% básico, 37% satisfactorio, 11% insuficiente y 7% sobresaliente.

Parece extraño que estas cifras de aprovechamiento sean similares a las que se tenían en ciclos escolares “normales”.

En la explicación ofrecida por Lozano no se especificó a qué se refieren con aprendizajes fundamentales, o si los objetivos de los planes de estudio se modificaron tomando en cuenta el cierre de escuelas. La SEP federal en su documento de Aprende en Casa hizo esta recomendación: priorizar las habilidades de lectura, escritura y pensamiento matemático, porque estas permiten desarrollar competencias no sólo para el estudio, sino para el aprendizaje permanente y la participación. Los aprendizajes esperados de Lengua Materna y Matemáticas, contribuyen a desarrollar la capacidad de los estudiantes de aprender a aprender, es decir, conocer su realidad, interpretarla, acceder a nuevos conocimientos, contrastar su punto de vista con la información nueva y controlar su propio aprendizaje.

A decir de los especialistas, el cierre de escuelas afectó más a quienes cambiaron de nivel escolar en la pandemia, pues iniciarán con desventaja respecto a quienes iban en grados superiores, u optaron por no inscribirse.

“La pandemia ocurrió en un contexto en que el porcentaje de la población con rezago educativo había mostrado una reducción en las últimas décadas ubicándose en 17.3 por ciento en 2020, con estimaciones basadas en el Censo de Población y Vivienda. Puebla ocupó el sexto lugar nacional con 21.7% de rezago educativo.

El Coneval hizo una evaluación a las políticas públicas creadas para enfrentar la pandemia, y en materia educativa determinó: “Con respecto a la Estrategia Aprende en Casa, es de reconocer la celeridad y flexibilidad con la cual se modeló, implementó y adaptó. Sin embargo, aún hace falta analizar a profundidad los alcances de dicha estrategia. En relación con su cobertura, tampoco se encontró información que permita identificar a cuánta de la población estudiantil se estaba atendiendo, ya que la emisión de contenidos educativos por diversos medios no supone que toda la población objetivo pueda acceder a ellos. Sobre el proceso de producción y emisión de los materiales, si bien la SEP participa activamente en la definición del contenido, tampoco se identificaron mecanismos para dar seguimiento y revisión a la elaboración de estos programas por parte de la Secretaría”.

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